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#PensarEnDiverso: abrir las puertas del silencio

Pensar en diverso

En secciones anteriores se dialogaba sobre la violencia hacia las mujeres en el contexto de la COVID-19 y se definía como una pandemia silenciosa donde su principal escenario, muchas veces, es el hogar.

La cultura patriarcal ha asignado al hombre un poder y ha colocado a la mujer en posición de subordinación, naturalizando prácticas misóginas. Las creencias y mitos culturales muchas veces justifican las actitudes violentas masculinas. Además, el desconocimiento de las complejidades de este fenómeno, las narrativas machitas refuerzan expresiones como: crimen pasional, seguro el hombre es adicto al alcohol, entre marido y mujer nadie se debe meter, justificaciones que solo conducen a la culpabilizar a las mujeres, disminuir la gravedad del problema y cerrar puertas a la empatía y la compresión del riesgo que implica para las féminas continuar con una relación violenta.

La sicóloga norteamericana Leonore Walker describió el ciclo de la violencia y sus fases. La compresión del mismo permite explicar la complejidad de la situación de la mujer y desmontar los prejuicios que en torno a este tema.

Este ciclo consta de tres fases: fase de acumulación de tensiones, de explosión de la violencia y luna de miel. La primera se identifica por expresiones de   disgustos y discusiones, en la segunda aparecen los actos violentos, abuso sexual hasta el homicidio y en la última que también se le conoce como reconciliación, el hombre pide disculpas, ofrece explicaciones de su actitud, se vuelve complaciente y promete que no va suceder de nuevo.

Otros investigadores se refieren a la escalada de violencia donde el hombre, una vez que ha conseguido el perdón, deja de complacer a la mujer, comienza otra vez el ciclo de irritabilidad y si la mujer intenta practicar el poder alcanzado vuelve a ser violentada. Poco a poco la mujer, en estas relaciones, va perdiendo energía y es más dependiente hasta llegar a la indefensión aprendida.

Por eso es tan importante entender la situación de las mujeres que viven una relación violenta. Más que culparlas o cuestionarlas -nada justifica un golpe, una humillación-, hay que propiciar espacios de apoyo familiar, social y jurídicos que las amparen.

Abrir puertas para que puedan volar y salvar sus vidas. El maltrato a las mujeres no se puede seguir maquillando, hay que dibujar nuevos mundos sin discriminación hacia ellas. Esta pandemia silenciosa a gritos hay que detenerla. Pensar en diverso continuará dialogando sobre estos temas para desde las palabras rasgar silencios.

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