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02 OscarOscar Antonio Lucero Moya

Joven revolucionario santiaguero organizador de la lucha clandestina en el Oriente y La Habana, Cuba. Fue a pocas horas del Triunfo de la Revolución, el 1 de enero de 1959 cuando por fin se pudo llegar hasta la celda marcada con el número 6, donde le asesinaron con saña, en el antiguo edificio del Buró de Investigaciones, en la ciudad de Ciudad de La Habana. En una de las paredes se halló escrito con sanguinolentas letras:
“18 de mayo de 1958 aún vivo. Oscar”

Infancia y Juventud
Nació el 30 de abril de 1928, en Palmarito de Cauto, Oriente, un asentamiento rural enclavado en territorio que actualmente comprende el Municipio de Mella, en la provincia de Santiago de Cuba.

Sus padres, Manuel Lucero Lull y Amparo Moya Omicuris, se habían asentado en el batey del antiguo central azucarero Miranda y habían formado una grande y sólida familia de 11 hijos, seis varones y cinco hembras, de la cual el más pequeño fruto era Oscar.
Sin embargo, a los tres años de edad, él y sus hermanos quedarían huérfanos de padre, por lo cual tuvo una niñez, además, preñada de penurias económicas. Se hacían sentir los embates del «tiempo muerto», la politiquería y las injusticias sociales irracionales, y el solo hecho de ansiar o pretender cambiar el estado de cosas podía costar fácilmente a cualquiera la vida misma. Realiza sus primeros estudios en la Escuela Pública del Batey de Miranda.
La familia se traslada a El Cristo, allí continúo la enseñanza primaria; luego entra al Colegio Bautista El Sinai para continuar estudios, de la propia iglesia, gracias a una beca concedida por el pastor Agustín González, su director. Allí conocería a Frank País García.

Labor revolucionaria
Desde muy temprana edad, se hace notar entre sus compañeros por su natural carácter «taciturno, tranquilo y meditativo, y una mirada clara y serena», que el destacado revolucionario holguinero Renán Ricardo Rodríguez, quien le conociera desde entonces, significó que despertaban los más puros afectos.

En Santiago estudia en el Instituto de Segunda Enseñanza, también junto a Frank País, y alterna junto a él en la dirección del movimiento juvenil de la Iglesia Bautista. En 1955 se gradúa de Bachiller en Letras. Desea estudiar Derecho e ingresa en la Universidad de Oriente; estudia y trabaja al mismo tiempo, como obrero pesador en el central Miranda, pero son empeños que no puede continuar.
El golpe de estado del 10 de marzo de 1952 le hace escoger otro camino: el de la universidad de la Patria, de la cual se graduará como uno de sus más preclaros héroes. Los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes lo motivan a incorporarse a las filas de la Juventud Ortodoxa.
La feroz represión desatada por la dictadura en todo el país tras el alzamiento del 30 de noviembre, y luego con el fracaso de la expedición militar del Corinthya, por el norte oriental, habían dejado descabezada virtualmente la dirección del Movimiento 26 de Julio en el territorio, como coordinador principal, quedando estructurada de la misma forma que a nivel nacional, dentro de sus principales misiones estuvo, la de apoderarse de las armas en el Cuartel de Miranda en la apertura de un II Frente Guerrillero en 1957.
La combatiente de la clandestinidad, escritora y poetisa holguinera Lalita Curbelo Barberán, recogería en su libro El tiempo y el recuerdo, que el día en que conoció a Oscar sintió «algo cálido y humano y la confianza en que aquel joven daría las órdenes, con dulzura, con afecto y que le obedeceríamos».
Luego de varios meses de paciente labor junto a decenas de valiosos compañeros se logró materializar una de las misiones clave en la zona: el ajusticiamiento revolucionario del coronel Fermín Cowley Gallegos, ejecutor principal de las tristes Pascuas Sangrientas, que aún hoy enlutan hogares holguineros.
Logran este objetivo y ante la necesidad de continuar fortaleciendo la lucha en todo el país, Oscar Lucero es destinado entonces a la capital del país, donde se incorpora como colaborador de Marcelo Salado, quien asumía el frente de acción tras la caída en combate de los revolucionarios Sergio González López (El Curita) y Arístides Viera González. Encabezó el comando que secuestró al As volante Juan Manuel Fangio y organizó la huelga revolucionaria del 9 de abril.

Logros, contribuciones y aportes importantes
Funda la organización Acción Libertadora y más tarde, junto a Frank País García, Pepito Tey y otros revolucionarios, integra la membresía de Acción Revolucionaria Oriental. En junio de 1955 Fidel parte desde Isla de Pinos y promete que «seremos libres o mártires».

Se constituye el Movimiento 26 de Julio. Para los revolucionarios dentro del país quedan las tareas para retomar la lucha emancipadora y Oscar Lucero es uno de los que se incorpora a las acciones del Movimiento en el llano.
Tras el intento infructuoso de la fundación del II Frente en la zona noroeste oriental, fue designado por la dirección del Movimiento para reorganizar y coordinar la lucha en Biblioteca Provincial de Holguín “Alex Urquiola”
Entre las misiones que ejecutó en la capital, el intento de atentado en una parada de la ruta 70 a las fuerzas de la Policía, y su participación en el espectacular en la Operación Fangio, donde se secuestró el cinco veces campeón del mundo en automovilismo, Juan Manuel Fangio, el 23 de febrero de 1958, alcanzarían el mayor relieve.
La desaparición transitoria del astro argentino consiguió acaparar el interés internacional sobre la verdadera situación revolucionaria creada en el país, así como de la consolidación del avance guerrillero desde la Sierra Maestra hacia el llano, bajo el mando del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
La lucha clandestina continuaría incrementándose, al mismo tiempo que la represión de la tiranía se tornaba cada vez más violenta y sedienta de sangre. Eran hechos demasiados contundentes que el dictador Fulgencio Batista pretendía ocultar bajo una farsa de estabilidad y supuesta neutralización de las fuerzas rebeldes.

Detención
El 28 de abril de 1958, la policía irrumpió en un apartamento de los bajos del edificio sito en la calle 13, cerca de Paseo, donde residía Oscar Lucero. El conocido toque de contraseña en la puerta del apartamento no lo advierte del peligro. La delación por un traidor al M-26-7, ahora uniformado y con los grados de teniente, habían llevado hasta allí a la soldadesca.

Ante la indagación por el nombre de Oscar, el joven, sin perder su estoica ecuanimidad se identificó como Noel González. En ese mismo momento llegó al lugar la combatiente Emma Montenegro. La insistencia del teniente, quien conocía la identidad real de Lucero, favorece que los dos revolucionarios sean conducidos. Sería la última vez que se le viera con vida.
Meses después, sobre estos mismos acontecimientos, Emma Montenegro relataría en la Revista Bohemia:
“Íbamos los dos para el Buró de Investigaciones —él, sin dudas lo sabía, hacia la muerte—, y me daba palmaditas para animarme, tan cálido y dulce, con sus hermosos ojos llenos de tristeza, como el que conoce su destino y lo acepta orgullosamente”.
Según narra Renán Ricardo en su libro El Héroe del Silencio, en una grabación magnetofónica encontrada posteriormente sobre los «interrogatorios» realizados a Oscar por la SIM, y que varios de sus compañeros pudieron escuchar, se pudo llegar a la conclusión de que no dijo una sola palabra que comprometiera al movimiento o la vida de algún compañero, pese a que él era precisamente uno de los revolucionarios que mejor conocía las actividades, sitios y nombre de los militantes.

Su muerte
Fue torturado y asesinado cruelmente. Muere el 18 de mayo de 1958, No podrían comprender jamás los esbirros que desgarraron con saña cada milímetro de su cuerpo que, aunque convirtieran en calvario sus últimos veinte días, hasta hacerle desaparecer físicamente, su silencio y firmeza inconmovibles le permitirían vivir para siempre en el decoro y la dignidad de los vivos.

Novedades
Como un luchador revolucionario de cualidades verdaderamente excepcionales pasaría a la historia aquel 18 de mayo de 1958. Un recuento necesario en la memoria patria nos revelaría, incluso, que no sería él el único, ni tampoco el último héroe que hasta hoy se ha perdido, que supo soportar con honor los más crueles tormentos antes que claudicar en los principios o exponer la vida de sus compañeros.

Pero como guerrillero del llano y en un momento tan crucial de la última y definitiva gesta libertaria cubana, el joven Oscar Antonio Lucero Moya no era ya un combatiente común. Con apenas 30 años de edad, cumplidos casualmente en aquellas mismas mazmorras, acumulaba un historial sorprendente dentro de la clandestinidad.
Algunos de sus verdugos le conocían bien, aunque su nombre y apellidos verdaderos habrían de permanecer ocultos indistintamente entre los hombres color del silencio por seudónimos de guerra como Omar Sánchez, Narciso Montejo, Héctor García o Noel González.
En la ciudad de Santiago de Cuba se había integrado a la vanguardia revolucionaria en el enfrentamiento a la tiranía batistiana y, más tarde, cumpliendo sus orientaciones, se alzó en el intento por abrir el II Frente Guerrillero en la Sierra Cristal, del Oriente.
En la ciudad de Holguín llegaría a participar en la revitalización del Movimiento 26 de Julio y ser su máximo coordinador y organizador. Por sus cualidades como dirigente fue designado más tarde para fortalecer las actividades de acción y sabotaje en la Ciudad de La Habana.

Fuentes

 

05 Celia

Celia Sánchez Manduley

Registrada con el nombre completo de Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley (Media Luna, 9 de mayo de 1920 – La Habana, 11 de enero de 1980). Fue una combatiente revolucionaria, política e investigadora cubana. Integró el Movimiento 26 de Julio durante la Guerra de Liberación Nacional de Cuba (1956-1958), desde donde organizó por orientaciones de Frank País la red clandestina de campesinos que fue vital para la supervivencia de la guerrilla dirigida por Fidel Castro que desembarcó por el sur de Oriente el 2 de diciembre de 1956 y que se convertiría posteriormente en el Ejército Rebelde.Cumplió importantes misiones en el abastecimiento de la guerrilla y luego se convirtió en combatiente directa. Tras el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 asumió importantes tareas y responsabilidades, siendo participante activa de los momentos más trascendentales de las primeras décadas del período revolucionario, años en los que se dedicó a recoger y organizar toda la información referente a la lucha guerrillera. Fue miembro del Partido Comunista de Cuba desde su creación hasta su fallecimiento. Por su labor es conocida como la flor autóctona de la Revolución.

Niñez y juventud
Celia Sánchez Manduley nació en el Central Isabel, Pueblo Nuevo, Media Luna, Oriente, el 9 de mayo de 1920. Hija de Manuel Sánchez Silveira y Acacia Manduley Alsina.
El 16 de octubre de aquel año fue inscrita en el Registro Civil del juzgado Municipal de Vicana bajo el nombre de Celia Esther de los Desamparados, los mismos con los que sería bautizada el 22 de julio de 1922 en la parroquia de la Purísima Concepción de Manzanillo. Su tercer nombre fue escogido por haber nacido la niña al día siguiente de la fiesta religiosa de Nuestra Señora de los Desamparados.
Celia recibió una educación exenta de dogmatismos religiosos y de cualquier otra índole de convencionalismos y prejuicios en la que tuvo mucho que ver la personalidad del padre, hombre de ideas liberales avanzadas.
Comenzó la enseñanza primaria a los 7 años en una pequeña escuela privada donde enseñaban básicamente lenguaje y aritmética. Estudió en esta escuela hasta que se mudó para Manzanillo donde ingresó en cuarto grado en la escuela pública de Pueblo Nuevo. Paralelamente a la educación primaria y junto a su hermana Flavia, tomó clases de piano, durante unos tres años.

Trayectoria revolucionaria
Después del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, Celia se involucró con varias organizaciones de perfil insurreccional. Manuel Echevarría, fundador del Movimiento 26 de Julio le puso en contacto con Frank País y Celia quedó integrada al movimiento dirigido por Fidel Castro.
En el Movimiento 26 de Julio nunca ocupó cargos directivos, aunque asumió tareas relevantes. Con su nombre de guerra, Norma, devino figura fundamental en los días de los preparativos de la expedición del Granma y del inicio de la lucha guerrillera en la Sierra Maestra.

Guerra de Liberación
Por orientaciones del Movimiento organizó una red de colaboradores campesinos en las cercanías de donde debía desembarcar la expedición dirigida por Fidel Castro que resultó fundamental para la continuidad de la lucha.
En los momentos más difíciles de la guerrilla dirigida por Fidel Castro, en febrero de 1957 marchó al encuentro de esta en compañía de Frank País, Faustino Pérez y otros miembros del de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio para coordinar el apoyo desde el llano, y guiar al periodista del New York Times, Herbert Matthews a la presencia de Fidel. La publicación de la entrevista que el periodista hiciera al líder de la guerrilla echaría por tierra la propagada batistiana basada en la supuesta muerte de Fidel. A finales de abril volvería a subir a la Sierra guiando al periodista norteamericano Bob Taber, quien deseaba entrevistar a Fidel.
El 28 de mayo, como integrante del pelotón de la comandancia, combatió en El Uvero. Fue la primera mujer que ocupó la posición de soldado combatiente en las filas del Ejército Rebelde. Pocos días después de esa acción, Fidel la envió de nuevo al llano con importantes encomiendas. Esta resultó la etapa de mayor peligro, pues a la persecución contra ella se sumó la traición de un expedicionario del Granma, quien delató a muchos de los colaboradores del Movimiento.
Hasta mediados de 1957 Celia había utilizado, además de Norma, los seudónimos de Lilian, Carmen y Caridad. El 18 de julio de ese año, en un mensaje de Frank a la Sierra, apareció el nuevo nombre de guerra de Celia: Aly. Sin embargo, estaba tan enraizado el seudónimo de Norma, que le continuó llamando así en misivas posteriores. En una carta enviada por los guerrilleros de la Sierra Maestra a Frank País estos patentizaron el papel vital de Celia durante la guerra cuando escribieron:
En cuanto a la Sierra, cuando se escriba la historia de esta etapa revolucionaria, en la portada tendrán que aparecer dos nombres: David y Norma.
Celia tuvo un papel destacado en la creación, el 4 de septiembre de 1958, tras una reunión de siete horas entre Fidel y su Estado Mayor, del batallón femenino Mariana Grajales, que operaba en la zona de La Plata, Sierra Maestra, como apoyó a la retaguardia guerrillera. Este hecho demostró que las mujeres cubanas también podían ocupar posiciones de combatientes guerrilleras en los combates del Ejército Rebelde contra las fuerzas militares de la tiranía batistiana.

Revolución en el poder
Celia asumió importantes tareas y responsabilidades y fue participante activa de los momentos más trascendentales de la Revolución Cubana, de todas las actividades relevantes y las obras más significativas emprendidas después del triunfo del 1 de enero de 1959. Fue secretaria del Consejo de Estado, diputada al Parlamento, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y de la Dirección Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas.

Durante la Guerra de Liberación Nacional se dedicó a recopilar toda la documentación de la lucha en la Sierra Maestra, posibilitando la creación de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado en 1964.

Muerte
Falleció el 11 de enero de 1980.

Fuentes

  • Guevara de la Serna, Ernesto. Pasajes de la guerra revolucionaria. Cuba 1956 – 1959. Edición anotada. Editorial Política. La Habana. 2004. Tercera Edición. Quinta reimpresión. ISBN-959-01-0400-2
  • Documentos del Fondo Celia Sánchez, de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, así como los que se hallan en el Depósito de Testimonios de esa institución.
  • Álvarez Tabío, Pedro. Celia, ensayo de una biografía.
  • Portuondo,Yolanda. La clandestinidad tuvo un nombre: David.
  • Multimedia Celia, mariposa de la Sierra de la autora Eloisa Esther Pascual Sarmiento.
  • Los documentos que aparecen en el Fondo Celia Sánchez, de la Oficina de Asuntos Históricos (OAH) del Consejo de Estado, así como los que se hallan en el Depósito de Testimonios de esa institución.
  • Testimonios de Silvia, Flavia y Griselda Sánchez Manduley (1990), Berta Llópiz (1990), Manuel Echevarría (1990 y 2005), María Antonia Figueroa (1990 y 2000) y Micaela Riera (1990).
  • Bohemia

 

06 José de la Luz

José de la Luz y Caballero

La devoción que tenía José de la Luz y Caballero entre los emigrantes cubanos, es prueba fehaciente y reconocimiento de su obra pedagógica y como formador de generaciones. Nació el 11 de julio de 1800 en la Habana, en el seno de una familia criolla. En su educación influyó su tío José Agustín Caballero, director por muchos años del Colegio Seminario de la Habana. El ambiente familiar era de orden, austeridad y buenas costumbres.
En 1812 comienza a estudiar latín y Filosofía en el convento de San Francisco. Más tarde ingresó en la Real y Pontificia Universidad de la Habana donde obtuvo en 1817 el grado de bachiller en Filosofía. Estudió además Derecho Aristotélico, Lógica y Física. Recibió luego estudios eclesiásticos y al mismo tiempo cursos de leyes hasta graduarse en 1820 de bachiller en leyes y más tarde alcanza el título de Licenciado en Leyes.
La influencia que sobre él ejercieron los tempestuosos acontecimientos de aquellos tiempos y las ideas luminísticas de Félix Varela hicieron que renunciara a la decisión anterior de consagrarse al sacerdocio y no aceptar las capellanías que se le adjudicaban por herencia.
Comenzó a apartarse de la Iglesia Católica y se decidió a dedicar su vida al ejercicio de la actividad pedagógica, la que inició en 1824 al sustituir en la cátedra de Filosofía del Seminario de San Carlos a José Antonio Saco.
Con el objetivo de complementar los conocimientos emprendió en mayo de 1828 un viaje por EE.UU. y algunos países de Europa. Logró visitar importantes centros culturales y trabar amistad con eminentes figuras de las ciencias naturales y escritores famosos como Goethe, Humboldt y Cuvier. En 1831 regresó al país.
Durante la década del 30 desarrolló una incansable actividad cultural y educativa.

En 1833 luchó por el establecimiento de la Academia Cubana de Lectura. Se dedicó a la enseñanza y luchó por aplicar el método explicativo. Publicó un libro de lectura.
Desde 1834 hasta 1842 figuró como director de la Sociedad Económica de Amigos del País. En 1834 se convirtió en el director del colegio de San Cristóbal. Dirigió la cátedra de filosofía del monasterio de San Francisco. A partir de 1848 luego de un período de constantes achaques dedicó todos sus esfuerzos a la actividad pedagógica en el colegio de “El Salvador”. Este centro se convirtió en una verdadera trinchera de combate, por él pasaron algunos jóvenes que luego se consagraron a la lucha por la independencia, al forjar en ellos un profundo amor a la patria y un estricto sentimiento del deber.
Como educador se interesa en el origen del saber científico y al respecto reza uno de sus conocidos aforismos “la ciencia son los ríos que no llegan al mar insondable de la divinidad”.
Sus aforismos constituyen fuente inagotable de sabiduría y muestra de la sistemática labor de meditación. En ellos concibe la función educacional como un evangelio vivo, donde resulta importante formar y no sólo informar

José de la Luz y Caballero, el maestro de la juventud de su tiempo y símbolo de todos los cubanos, dejó de existir el 22 de junio de 1862, manteniéndose vivo su ideario como símbolo de las más altas aspiraciones cubanas y sirve a las futuras generaciones de educadores como ejemplo y guía en la formación de niños y jóvenes.

 

04 Manuel

Manuel (Piti) Fajardo Rivero.

Médico y combatiente revolucionario del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra. Al Triunfo de la Revolución Cubana desempeñó diferentes funciones y en abril de 1960 es nombrado jefe de Operaciones del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra, donde participó en la lucha contra las bandas de alzados organizadas y financiadas por el gobierno de los Estados Unidos para intentar el derrocamiento del Gobierno Revolucionario.

Síntesis biográfica
Nació en Manzanillo, el 8 de noviembre de 1930. Cursó estudios primarios en la Escuela “José Maria Heredia” de su pueblo natal y luego el bachillerato.
Su vocación por la Medicina lo llevó a cursar estudios en La Universidad de La Habana. Al graduarse obtuvo una plaza de cirujano residente en el Hospital de Emergencias de La Habana (hoy Freire Andrade). Luego volvió a su natal Manzanillo, para trabajar en el Hospital Civil de esta ciudad y con el comandante y doctor René Vallejo en la clínica La Caridad, donde curaban a los heridos del Ejército Rebelde y la clandestinidad. Practicaba deportes y le gustaba nadar, jugar voleibol y pelota.
En 1948 viaja a los Estados Unidos y queda impresionado con la discriminación racial en ese país.

Trayectoria revolucionaria
“Piti”, así llamado por sus compañeros y familiares, tuvo la responsabilidad profesional y patriótica de asistir a los heridos del Ejército Rebelde enviados desde la Sierra.
La amistad surgida entre el doctor Vallejo y el joven médico se consolidó día a día durante la etapa de la lucha insurreccional. Al conocerse la vinculación de ambos galenos con las fuerzas revolucionarias, las fuerzas represivas de la dictadura de Fulgencio Batista asaltaron la clínica y el entonces célebre Salas Cañizares, famoso por sus fechorías, detienen a Vallejo quien, al ser liberado, se incorpora a la Sierra Maestra. Fajardo le siguió poco después, el 24 de marzo de 1958.
En la Sierra, Piti alternó sus funciones de médico con las de soldado, cuando participó en los combates de “Santo Domingo”, “Providencia”, “Cuatro Caminos”, “Las Mercedes”, “El Jigüe”, “Cerro Pelado”, “Veguitas”, “El Meriño” y “El Salto”, en los que se destacó hasta obtener el grado de capitán. Da pico y pala en la construcción del Hospital de “Pozo Azul” y otros que se construyeron en la Sierra durante la rebelión, donde salvaron la vida a muchos soldados del Ejército Rebelde.
Bajo las órdenes de Fidel, actúa como médico y asume el cargo del arsenal de guerra y la contabilidad de los equipos. Era más bien alto y delgado, pero la práctica de los deportes desde pequeño le proporciona una gran resistencia física.
Durante la ofensiva batistiana actúa con las guerrillas como médico de primera línea, atiende a los heridos dentro del combate; es médico y combatiente.
Cuando Fidel Castro ordena al comandante Eduardo “Lalo” Sardiñas que, al frente de la Columna No. 12, “Simón Bolívar”, impida que las fuerzas de la tiranía cerquen, en el límite de Camagüey y Oriente, a las columnas invasoras de Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, que avanzan hacia Las Villas, “Piti” Fajardo, planea con Sardiñas las operaciones y se cumplimenta la orden de Fidel Castro
Luego las tropas de Sardiñas se dividen en dos grupos con fines operacionales y a Fajardo se le sitúa al frente de uno, para operar en la Zona de Tunas, Holguín, Puerto Padre y Jobabo, entre otras. La Columna 12, forma el Cuarto Frente y aquí “Piti” organiza las comunicaciones, el hospital y combina con Lalo Sardiñas las operaciones militares.

Después del triunfo revolucionario
Al triunfar la lucha armada, Manuel Fajardo es ascendido a Comandante, destinado como Director del Hospital Civil de Manzanillo y, más tarde, director del Hospital Militar de Santiago de Cuba. Asiste a un congreso en Porto Alegre Brasil. Poco tiempo después es nombrado Jefe de Operaciones de la Sierra Maestra en la Lucha Contra Bandidos y dirige las operaciones de captura de la banda del traidor Beatón.
Al frente de las obras de la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos, inaugura la Primera Unidad con 500 Camilitos, el 26 de julio de 1960. Por un tiempo es médico de cabecera de Fidel, cuando el Jefe de la Revolución sufre una afección respiratoria en 1960.

Su muerte
En noviembre de 1960 fue nombrado jefe de Operaciones en la zona del macizo montañoso del Escambray, al centro de Cuba, con la encomienda de limpiar el área de elementos contrarrevolucionarios. En ese empeño fue herido de muerte en un enfrentamiento el 29 de noviembre. Tenía al caer 30 años.

 

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