Entre la prisa de los días y la meditaciónm construimos nuestra Cuba única y necesaria como el regazo de madre. Caminos de historias narran las hazañas de hombres y mujeres que con sus manos también forjaron esta tierra. La cultura da sentido al accionar cotidiano y nos identifica entre lo superficial e importado que nos desvía del andar cubano. Nuestro paso, es firme y alegre y con el júbilo de la vida buscamos a Cuba para descubrirla de nuevo.

La cultura cubana, más allá de las simplificaciones comerciales o dogmas, habla de un espíritu heroico forjado de mezclas: el indio, el español y el negro. Ese ajiaco, como expresara Fernando Ortiz, símbolo de la transculturación, proceso complejo que el ilustre antropólogo y etnólogo definió.

Este proceso permite analizar y comprender, de manera rigurosa, la esencia de nuestra identidad y raíces culturares. Todavía ese ajiaco se está preparando a fuego lento; porque confluyen los ingredientes del pasado y los nuevos matices que enriquecen su sabor, para devolvernos más criollos y adecuados a cada tiempo histórico.

El fluir casi místico de nuestra cubania: metáfora de poetas, melodía de los cuerpos y trazos en el lienzo, nos conduce siempre a la tierra que es origen y fuerza. Mientras desandamos la vida, ahí estás espéranos siempre para acogernos en su regazos nuestra Cuba universal.