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Rostros de mujeres

Pensar en diverso

Oh, mujeres pobres y ciegas víctimas. Como esclavos, ellas arrastran pacientemente su cadena y bajan la cabeza bajo el yugo de las leyes humanas

Gertrudis Gómez de Avellaneda

Entre historias de hechiceras, princesas angelicales, devoradoras de hombres, amas de casa y vírgenes que con su pureza limpian el pecado, la cultura patriarcal ha escrito y escribe el nombre de mujer en los imaginarios sociales. La identidad femenina se transforma en el relato esencialista y estereotipado del significado de ser mujer. Lucía Guerra plantea que “la mujer se constituye como una categoría abstracta teñida de mitificaciones que corrobora la asimetría entre los sexos a través de un interesante fenómeno en el cual ella es profusamente elaborada”. Desde la mirada androcéntrica, la mujer es presencia y disfrute, como expresara John Berger: “los hombres actúan y las mujeres aparecen”.

Recientemente, fue el Día Internacional de la Mujer, oportunidad para reflexionar, más allá del lamento, sobre la necesidad de cuestionar los pensamientos machistas para que, tanto hombres como mujeres, busquen nuevos espacios de realización personal. Las féminas sufren las desigualdades que ha instaurado el patriarcado que históricamente ofreció un poder al hombre desvalorizando lo femenino. La antropóloga Marta Lamas explica como ¨La cultura marca a los sexos con el género y el género marca la percepción de todo lo demás: lo social, político, lo religioso, lo cotidiano. Por eso, para desentrañar la red de interrelaciones e interacciones sociales del orden simbólico vigente se requiere comprender el esquema cultural de género¨. Pensar en diverso se acerca a los imaginarios femeninos en la producción cultural desde una perspectiva de género que nos permite, como explica Teresa de Lauretis, ¨pensar en la mujer como un sujeto múltiple, constituido tanto por el género como por sus demás pertenencias grupales, históricas y culturales¨.

Las mujeres en la cultura patriarcal no existen como sujeto dentro de su lógica, ella es un objeto para su consumo, desde posiciones esencialistas se normalizan sus imágenes vinculadas con la naturaleza y al varón con la cultura. Begoña Siles plantea que la imagen femenina es una construcción ficticia establecida por los discursos hegemónicos occidentales, desde el artístico hasta el político y atraviesa el científico o filosófico, los cuales han conformado una imagen de la feminidad de manera arbitraria y simbólica, culturalmente establecida. La maquinaria simbólica ha edificado esa representación de la mujer, a partir de una especificidad naturalizada y así se apuntala como valor absoluto, no cuestionable.

Si nos remontamos a la pintura europea como sugiere John Berger, en los desnudos se puede hallar ciertos criterios y convenciones que llevan a juzgar a las mujeres como visiones en la cultura occidental y posteriormente explica que dentro de estas convenciones subyace una idea principal, ¨las mujeres han de alimentar un apetito, no tener sus propios apetitos¨.

Pensar en diverso desde la palabra, quiere reivindicar también a las mujeres y hombres que salvan su creación de las aguas comunes y estereotipadas, superan todos los reveses y contracorriente rompen silencios y son ecos de un mundo diferente donde hay espacio para todas y todos.

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