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#EnContextoCientifico: el crecimiento exponencial de la COVID-19

Hoy situamos en EN CONTEXTO CIENTÍFICO, al crecimiento exponencial de la actual pandemia de COVID-19, algo distintivo de esta enfermedad contagiosa que, según las estadísticas del sitio worldmeter, hasta el 27 de mayo ya alcanzaba la cifra de más de cinco millones 700 mil casos confirmados en todo el mundo.

Al hablar de propagación de epidemias, expresión muy común en nuestros días, hay que referirse obligatoriamente al número reproductivo básico (R0). Cada enfermedad tiene un R0 y ese número es fundamental para saber a cuántas personas puede contagiar un enfermo como promedio, y así evaluar la velocidad de propagación de la enfermedad, cuán infecciosa es en una población determinada y el nivel de riesgo asociado a ella.

De acuerdo con COVID-19. Glosario sobre brotes y epidemias, de la Organización Panamericana de la Salud (OPS),”el R0 es el número de personas a las que una persona infectada puede transmitir la enfermedad o el número de casos secundarios que cada caso primario genera en promedio (durante el tiempo que es contagioso)”.

Este mismo texto especifica que “la epidemia se propaga si y solo si el R0 es mayor de 1 (cada caso contagia a más de una persona); si el R0 es igual a 1 entonces se dice que hay equilibrio epidémico (o endémico) y si el R0 es menor de 1 la situación, invariablemente, se dirige al agotamiento epidémico. Se deduce, entonces, que en una situación epidémica la consigna es reducir el R0 a menos de 1 y hacerlo lo más pronto posible”.

Por tal razón, en la actualidad, la estrategia de la mayoría de las naciones para pasar a un escenario controlado de la COVID-19 consiste en reducir el número R0 por debajo de 1 y, para ello, el distanciamiento social, el aislamiento oportuno de los enfermos, y las medidas de prevención y protección personal, se imponen como prácticas obligadas.

El nuevo coronavirus SARS-CoV-2 tiene un número R0 aproximado de 3, esto se traduce en que un enfermo le transmite el virus a tres personas más. Si se compara con el R0 del sarampión que puede estar entre 12 y 18, la percepción del riesgo pudiera disminuir, sin embargo, acerquémonos a las matemáticas.

Supongamos que alguien que porta el virus contagia a tres personas, quienes, a su vez, contagian a otras tres personas cada uno, ya tendríamos, 1+3+9; y así la cadena de contagios aumentaría progresivamente si esos 9 infectados continúan propagando el SARS-CoV-2 a otras 3 personas cada uno (1+3+9+27), con estos sencillos cálculos se puede entender el tan mencionado crecimiento exponencial de la pandemia.

Pero si no se comprende del todo, recurramos a la literatura:

Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo, un rey llamado Shera perdió a su hijo en una batalla. Ofreció a sus súbditos una recompensa si encontraban la manera de devolverle la felicidad. 

Se presentó en la corte un tal Sissa con un juego que, aseguró, conseguiría divertir al monarca. Y así fue: el rey recuperó su alegría y le dijo al responsable de su entretenimiento que pidiera lo que deseara.

El juego era el ajedrez, cuyo tablero tiene 64 casillas. Sissa le propuso que le entregase un grano de trigo por la primera casilla, y continuase añadiendo a cada casilla el doble de granos que a la precedente. El rey se sintió indignado por pedirle tan mísera recompensa, pues pensó que con un saco de trigo sobraría. “Vuelve mañana –le dijo– y haré que te entreguen exactamente la cantidad que pides y ni un grano más”.

El monarca ordenó a sus matemáticos que calculasen la cantidad exacta. Tuvieron que trabajar toda la noche (en esa época no había calculadoras) y por la mañana le dijeron al rey que necesitaría 18 446 744 073 709 551 615 granos, ¡la cosecha mundial (actual) de más de 1 000 años.

(Este texto fue tomado del portal The Conversation, en el artículo Matemáticas (y matemáticos) para gestionar la crisis de COVID-19, del investigador Guillermo Sánchez Leon, de la Universidad de Salamanca).

La acción individual pudiera parecer insignificante ante la magnitud y el alcance de la actual pandemia, sin embargo, el comportamiento de una persona puede influir y determinar el curso de una epidemia en determinado momento. Por ejemplo, en Corea del Sur, la epidemia estuvo contenida con los primeros 30 casos, pero el paciente número 31 fue un “superpropagador” y, a partir de ese incidente, se dispararon los contagios.  

El crecimiento exponencial del SARS-CoV-2 se complejiza mucho más, no solo por los llamados “superpropagadores”, quienes pueden infectar a más de 10 personas con la enfermedad; sino también por el papel que cumplen los asintomáticos y presintomáticos en la propagación silenciosa del nuevo coronavirus.

En cuestión de días pueden explotar los brotes si no se toman a tiempo las medidas de mitigación y contención. De ahí que el distanciamiento social, el aislamiento de los enfermos, el lavado de manos, y el uso de mascarillas, gafas y guantes se estén empleando como fórmulas imprescindibles para frenar esa cadena explosiva de contagios.

Hoy, muchos países que viven ya la parte descendente de la curva epidémica de la COVID-19 rastrean y analizan el comportamiento del número R0 con el fin de decidir cuál es el mejor momento para levantar las restricciones, sin provocar con ello una nueva oleada de la enfermedad. Lograr que el número de reproducción básica R0 permanezca por debajo de 1, parece ser, en la actualidad, la gran meta.

Con una invitación a continuar con el aislamiento físico y el cumplimiento de las medidas higiénicas orientadas por las autoridades sanitarias, nos despedimos hasta la semana próxima, cuando situaremos un nuevo tópico EN CONTEXTO CIENTÍFICO.

Heidi Marlén Viguera Ferras
Periodista y docente de la Dirección de Comunicación Institucional de la Universidad de Holguín

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