Feliz Día de la Mujer. Foto/ Ernesto Omar Herrera Pelegrino
Por Sandra Fagales
Dircom

Existe el silencio en cada nombre de mujer. Parece que intento acercarme a la poesía, pero no, solo busco en las historias cotidianas otra mirada: la renuncia; porque las mujeres caminamos por la vida callando nuestros sueños, para que otros, logren los suyos. El sacrifico de hacer lo cotidiano que resulta tan natural que no se ve, y lo más dañino: no lo valoramos.
Cuánto esfuerzo implica cuidar a los hijos, atender la casa, trabajar y transformarse en la super mujer que demanda el mundo moderno. Constantemente, las mujeres maltratan su cuerpo, a veces para verse hermosas y deseadas y así, responder a los modelos de belleza ideales e imposibles que venden los medios de comunicación; otras porque están tan sobrecargadas que no tienen tiempo para ellas y su cuidado, les corresponde entonces ser cuidadoras abnegadas, aunque se conviertan en mártires.
La sociedad históricamente nos ha educado y preparado para la maternidad, el matrimonio y nos ha colocado en el espacio doméstico. Si nos ajustamos a ese molde, somos las mujeres normales: dulces y sacrificadas y, si, por el contrario, una transgrede esos cánones, simplemente es: loca, fatal y hasta mala persona.
Mis acercamientos a los estudios de géneros y mis experiencias de vida, me han demostrado que los roles de género son movibles. Aprendemos a ser la mujer que la familia, la escuela y la sociedad nos dice que tenemos que ser y en ese deber ser, no buscamos nuestra realización personal: acumulamos sueños para después, poco a poco, nos ajustamos a lo establecido. En nuestra mente quedó la ilusión de transformar nuestra existencia.
Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer puede ser una oportunidad para reflexionar más allá de la queja o la incitación, sobre la necesidad y urgencia de cuestionar las concepciones machistas; para que, tanto hombres como mujeres, busquemos nuevos espacios de realización personal en la equidad y el respeto. Desde el cambio individual también podemos construir un mundo más justo.
Nosotras, las mujeres, sin temor narramos con nuestras vidas, luchas heroicas y con nuestros sueños escribimos la poesía que puede devolvernos libres para romper el silencio cotidiano.