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Pilar en la educación y la construcción de un proyecto de vida

Psicología para tu vida

Por Merlis Merino Cruz / Estudiante de Psicología

En el extendido panorama del desarrollo humano, la familia es un proyecto educativo que inicia al nacer y continúa a lo largo de la vida, emerge como el primer y más influyente entorno socializador, cuya influencia penetra todas las etapas del crecimiento individual, desde la niñez hasta la adolescencia.

Este artículo explora brevemente cómo la interacción familiar y el apoyo emocional, educativo y social proporcionados en el hogar, desempeñan roles cruciales en el desarrollo de intereses académicos, especialmente hacia la educación, y en la formulación de un proyecto de vida cohesivo y orientado a metas a largo plazo.

Desde la niñez, sentamos las bases del aprendizaje y curiosidades, por lo que la influencia de la familia en las primeras etapas de la vida juega un papel importante en el desarrollo psicomotor del infante, siendo la principal promotora de la construcción de un proyecto de vida y su pilar fundamental en su educación. Es donde se construyen relaciones de calidad que permiten consolidar valores, autoestima, bienestar y sentido de la vida para afrontar retos. Se manifiesta predominantemente a través del juego, la comunicación y el estímulo intelectual. Las interacciones ricas en afecto y las experiencias tempranas de aprendizaje fomentan en los niños la curiosidad y el deseo de explorar el mundo que los rodea, es por esto que debemos escucharlos, brindarle cariño, amor, pasar tiempo con ellos, proporcionarles herramientas que le permitan crecer para que sean hombres y mujeres de bien en el futuro.

Es muy importante, la calidad del tiempo que los padres dedican a leer con sus hijos, por ejemplo, no solo mejora las habilidades lingüísticas y cognitivas tempranas, sino que también introduce un aprecio por el conocimiento y el aprendizaje continuo. Estos primeros años son fundamentales para desarrollar una actitud positiva hacia la educación, la cual puede influir significativamente en la valoración de los estudios universitarios más adelante en la vida.

Es importante que la familia llegue a concientizar la responsabilidad que tiene durante el proceso de educación y que necesita involucrarse para lograr una educación con calidad.

En la adolescencia, el papel de la familia se transforma, pero no disminuye en importancia, en esta etapa de búsqueda de identidad y mayor independencia. El apoyo emocional y orientativo de la familia es crucial, porque favorece el poder de enfrentarse a un contexto diferente como son los estudios superiores, en el cual la familia se convierte en un aliado importante. Los adolescentes empiezan a visualizar su futuro, incluidas las decisiones académicas y profesionales, en un contexto modelado en gran medida, por las expectativas, valores y el capital cultural de su entorno familiar.

Aquí, el estilo de crianza juega un papel vital, pues es donde se adquieren los hábitos de respeto a la educación y al trabajo, un enfoque caracterizado por el equilibrio entre exigencia y sensibilidad, fomenta la autonomía y la capacidad de toma de decisiones informadas, incluida la elección de seguir estudios superiores y el desarrollo de un proyecto de vida ambicioso. Algunos de los factores que resultan decisivos, son la organización de la familia, la adquisición temprana de actitudes y motivaciones y el involucramiento de la familia en las tareas escolares. 

 La relación familia-escuela no solo se puede dirigir a escenario de primera infancia, educación básica y secundaria, distanciándose así de la universidad, porque es importante el rol de la familia en la aspiración a la Educación Superior, debido a que la decisión de emprender estudios universitarios es un acontecimiento significativo en el proyecto de vida de cualquier joven.

La familia, con su compleja estructura de expectativas, recursos económicos y culturales, y su propio historial educativo, influye decisivamente en esta elección, su participación y responsabilidad son decisivas para el logro de sus objetivos y toma de decisiones. El apoyo emocional, junto con la transmisión de valores que priorizan la educación como un vehículo de movilidad social y realización personal, son fundamentales para motivar a los jóvenes a aspirar y acceder a la educación superior, ejemplo, el acondicionamiento de espacios con un ambiente adecuado, brindarle recursos necesarios para el desarrollo de actividades académicas y un apoyo en el afrontamiento de diferentes situaciones tanto personales, económicas y sociales.

Las instituciones educativas de nivel superior esperan de la familia, apoyo y promover hábitos de estudios, de ahí la necesidad de una mayor participación familiar en el entorno educativo. Esto no es nuevo para ellos, pero si implica cambios y mayor compromiso, por las expectativas que se tienen con la formación profesional, pero la función educativa no se puede separar de la familia, porque esta actúa como un factor protector del proceso educativo.   

Para la familia la educación superior de sus hijos produce un mayor grado de bienestar, ya que ellos se hacen profesionales para un futuro, pero más allá de las aspiraciones educativas, juega un papel esencial en la construcción de un proyecto de vida coherente y orientado a metas. La comunicación abierta, el establecimiento de expectativas realistas y el fomento de la autoeficacia, no solo preparan a los jóvenes para los desafíos académicos, sino que también los equipan con las herramientas necesarias para navegar por las complejidades de la vida adulta. La orientación familiar en este sentido actúa como una brújula que guía a los jóvenes en la definición de sus intereses, valores y objetivos a largo plazo.

La influencia de la familia en el desarrollo de niños y adolescentes es un factor determinante en la formación de individuos que valoran la educación, aspiran a logros académicos superiores y están equipados para construir proyectos de vida significativos y orientados a metas.

A través del apoyo emocional, educativo y social, la familia no solo fomenta el éxito académico, sino que también prepara a los jóvenes para enfrentar los desafíos de la vida con resiliencia, adaptabilidad y una perspectiva orientada hacia el futuro. El esfuerzo de la familia en toda clase de estrategias y sacrificios para poner en marcha la formación profesional de sus hijos adelante no tiene límite, pues su papel, va mucho más que resolver las necesidades básicas de los hijos. En última instancia, fortalecer el núcleo familiar significa potenciar a la sociedad en su conjunto, a través de la formación de ciudadanos comprometidos, educados y con visión del futuro.   

Yusmel Pérez Figueredo
Graduado de Historia del arte por la Universidad de Oriente (2002). Profesor de Historia del arte y Arte cubano de la Universidad de Holguín. Especialista de la Dirección de Comunicación Institucional.

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