
Por Alicia Serrano Coya.
¿Se le borran nombres, fechas o números de telefónicos? ¿Olvida con frecuencia dónde dejó sus llaves? Al conversar, ¿interrumpe varias veces su relato para pedir que le ayuden a recordar los lugares y los nombres de quienes estaban en su historia? Si a usted le sucede todo o parte de esto, no se preocupe, hay esperanzas.
La buena noticia es que estudios científicos sobre el cerebro demuestran, que a través de simples actividades cotidianas, podemos desarrollar y mantener en forma las conexiones neuronales, que son las responsables de mantener ágil nuestra mente. En 1998 un grupo de científicos suecos y americanos, demostraron por primera vez, que en un cerebro adulto si se forman células nuevas; que contrario a lo que se creía, el deterioro de la mente que muchas personas experimentan no es por la edad, ni porque se mueran neuronas.

La sensación de pérdida de la memoria, resulta por el adelgazamiento de las dendritas (ramas de las neuronas, las cuales a través de sinapsis, reciben y procesan información de otras células nerviosas. Esto forma la base de la memoria. Si las dendritas no se conectan con frecuencia, simplemente se atrofian y la habilidad del cerebro para introducir nueva información se reduce.) Necesitamos ejercitar y fortalecer a la memoria, como lo hacemos con un músculo del cuerpo.
Antes se creía que solo los niños formaban dendritas, ahora se descubre que las neuronas pueden crear nuevas dendritas para compensar la pérdida de otras. Al leer esto, usted probablemente piense: “mi mente debe estar bastante estimulada, ya que leo, trabajo y estudio”.
La verdad es que la vida de la mayoría de nosotros se lleva a cabo dentro de una serie de rutinas. Piense en su semana o día promedio, ¿Qué tan diferente es su desayuno, su ruta hacia el trabajo, hora de comer, etcétera?
¿Qué pasa con nuestro cerebro, cuando se pone en automático? Las actividades rutinarias requieren de un mínimo de energía y pasan por las mismas “carreteras” ya formadas en el cerebro.
Cada vez que aprendamos algo nuevo o experimentemos algo diferente vía la vista, el olfato o el sonido, se estimula el cerebro, se crean las nuevas neuro- rutas y se fortalece la sinapsis. No basta un estímulo pasivo, como ver la TV, formar un mensaje o escuchar música…
Es necesario usar los sentidos en formas novedosas, sorprendentes y divertidas, las cuales signifiquen un reto al cerebro. Por ejemplo: Si siempre ha escrito con la mano derecha trate de hacerlo con la mano izquierda, o el simple ejercicio de cepillarse los dientes y peinarse con la mano contraria a la que habitualmente lo hace. Los circuitos que necesitan prenderse en las distintas áreas del cerebro se activarán, por lo que el cerebro se confronta a una nueva tarea que lo involucra y lo reta, reforzando la nueva producción de dentritas. Continuaremos con el tema en el próximo encuentro de la sección Psicología para la Vida, brindándoles útiles herramientas para ejercitar el cerebro y en poco tiempo no tendrá que decir ¿Dónde dejé mis llaves? y aprender a utilizar la otra parte de nuestro cerebro.