Por Alicia Serrano Coya.
Iniciamos la sección esbozando la siguiente pregunta ¿Cuál es la fórmula para alcanzar la felicidad? Considero que en algún momento de nuestras vidas nos hemos planteando esta interrogante, disimiles pueden ser las respuestas, mucho se ha investigado sobre este tema ya que todos deseamos ser felices, vivenciar la sensación de bienestar y satisfacción que experimentamos cuando alcanzamos nuestras metas, deseos y propósitos.
La gran mayoría apuesta por la siguiente fórmula: “Si trabajo duro tendré más éxito, y si tengo más éxito seré más feliz” y de esta forma movilizamos y motivamos nuestro comportamiento. Pero lo que sucede con la implementación de esta fórmula es que cada vez que tenemos un éxito, vamos por otro y nuestra meta cambia inmediatamente, por ejemplo: Sacaste buenas notas, ahora debes obtener mejores, conseguiste un buen empleo, hay que ir por otro mejor, y vivimos en un estado de insatisfacción constante y lamento informarles que si aplazamos la felicidad nunca la vamos alcanzar.
Sobre este tema quiero exponerles una investigación científica que se realizó a estudiantes de nuevo ingreso en la Universidad de Harvard, al entrar todos vivenciaban un estado de felicidad por haber sido admitidos en la Universidad, dos semanas después esos mismos estudiantes ya no pensaban de la misma manera, no valoraban la suerte de estar ahí, ni tampoco pensaban en la Física o la Filosofía, sino en la competencia, en la carga académica, en las dificultades, la presión y la queja, alejados todos de ese estado de bienestar y felicidad que tanto se añora.
Pensamos que primero hay que tener éxito para luego ser felices y nuestro cerebro trabaja en sentido opuesto, la felicidad es la que nos conduce al éxito. Podemos revertir la fórmula si encontramos la manera de volvernos positivos en el presente y el secreto está en trabajar a favor de nuestro bienestar psicológico manteniendo una actitud positiva ante la vida, promoviendo la inteligencia emocional, esforzándonos en aumentar nuestro optimismo, percibir la presión como reto en vez de una amenaza, ya que el lente con el que veamos el mundo transformará nuestra realidad.
Cuando elevamos el nivel de positivismo en alguien, esta persona obtiene lo que llamamos una ventaja de felicidad, o sea que el cerebro positivo funciona mucho mejor que cuando está negativo o estresado. Se eleva la inteligencia, la creatividad, mejoran todos nuestros resultados. Investigaciones científicas ha demostrado que un cerebro positivo es 31% más productivo que si está negativo, neutro o bajo presión. La dopamina que irriga cuando somos positivos tiene dos funciones, no solo te hace sentir más feliz, sino que también activa los centros de aprendizaje permitiéndote adaptar al mundo de manera diferente.
Necesitamos aprender a invertir la fórmula para descubrir lo que es capaz de realizar nuestro cerebro, en los próximos encuentros de la sección nos centraremos en las maneras de entrenar el cerebro para que se vuelva más positivo, existe una amplia gama de propuestas para ejercitarlo ya que, al entrenar el cerebro, igual que se entrena al cuerpo, notamos que se puede invertir la fórmula de la felicidad y al hacerlo contribuiremos significativamente a nuestro bienestar psicológico -emocional.
