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Riesgo psicológico en la pandemia: niñez y adolescencia (II)

Psicología para tu vida

En esta ocasión, continuaremos dando a conocer otros factores que influyen en la salud mental de la población infantojuvenil durante la pandemia del COVID-19, según un trabajo publicado en el 2020 en la Revista Cubana de Pediatría, titulado: Salud mental en la infancia y adolescencia durante la pandemia de COVID-19. En la sección anterior habíamos identificado el estrés, la afectación física, y el distanciamiento-aislamiento social como factores de riesgo psicológico para niñas, niños, y adolescentes.

Hoy referimos otros factores que debemos considerar en este contexto, como:

Experiencias adversas-resiliencia: Las experiencias adversas vividas durante las etapas de desarrollo ocupan un lugar crítico en la conformación de la salud mental

La investigación internacional Save the Children realizada en los meses de confinamiento, reveló que 25 % de las 2 000 familias de bajos ingresos estaban sufriendo niveles altos de angustia, y sus hijos tenían miedo y ansiedad.

En las crisis humanitarias, los infantes y adolescentes que han atravesado momentos muy difíciles pueden padecer trastornos de sueño, ansiedad, depresión, autolesiones y dificultades de concentración. Los más pequeños tienen pesadillas, regresiones, dificultades alimentarias, rabietas, conducta aferrada, y temen a la soledad y oscuridad. En los escolares es frecuente la irritabilidad, problemas de sueño y alimentación, cefalea, dolor abdominal, problemas conductuales, apego excesivo, y retraimiento social. En la adolescencia se observan en mayor medida las dificultades del sueño, apetito y autocuidado, aislamiento, apatía y desatención a los consejos sanitarios.

Sin embargo, no todos los niños y adolescentes sufren de igual manera el impacto de la pandemia; los que han mostrado más resiliencia suelen mostrar menos afectaciones. La resiliencia se construye vinculada al desarrollo y al crecimiento humano y está constituida por “las fortalezas que desarrollan o potencian las personas, familias o comunidades ante adversidades crónicas como resultado de los procesos que genera la interacción de los factores de protección y de riesgo tanto individuales como ambientales”, y es promovible. 

Aunque la mayoría de los infantes y adolescentes tiene alta capacidad de resiliencia, no excluye la necesidad de acompañar las expresiones emocionales, así como detectar lo más rápidamente posible a los menores con riesgos para desarrollar problemas de salud mental a largo plazo, y ayudar a su recuperación.

Salud mental-impacto psicológico:

La OMS define la salud mental como: “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva, y es capaz de contribuir a su comunidad”. Por lo que, la salud mental, puede asumirse como un constructo multidisciplinario que integra condiciones personales y sociales que implican el bienestar psicológico: determina cómo se piensa, se siente y se actúa, cómo es la relación con los demás, cómo tomar decisiones, cómo actuar frente al estrés, aspectos importantes en todas las etapas de la vida, desde la infancia hasta la adultez.

Una epidemia de la magnitud de la generada por la COVID-19, implica una perturbación psicosocial que puede exceder la capacidad de conducción de las personas afectadas. Sin embargo, no todos los problemas psicológicos podrán calificarse como enfermedades, porque la mayoría serán reacciones normales ante una situación anormal. No significa que se deban “patologizar” las respuestas emocionales de infantes y adolescentes, pues lo que en otro contexto podría parecer patológico o desrregulado, puede ser una expresión de dolor, sufrimiento o miedo en estas circunstancias.

El impacto psicológico en la población infanto-adolescente depende de varios factores: duración, miedo a la infección, incertidumbre, frustración, aburrimiento, desinformación o información inapropiada, estrés económico familiar, ausencia de suministros adecuados y de espacio en casa.

También se describen estresores poscuarentena tales como la dificultad económica y el estigma de haber estado enfermo o en contacto directo con alguien que lo estuvo, también la enfermedad o muerte de seres queridos, lo que origina insomnio, irritabilidad, disminución de la concentración, estrés agudo y postraumático, consumo de alcohol y otras drogas, y aparición de trastornos ansiosos y depresivos que se observan durante la cuarentena y hasta 3 años después.

Algunas reacciones psicológicas observadas en los infantes y adolescentes durante una pandemia:

  • Menores de 5 años: cambio del comportamiento, irritabilidad, pasividad, aislamiento, agresividad, conductas regresivas (succión del pulgar, pérdida del control esfinteriano, regresión del lenguaje) y terror nocturno.
  • Entre 5 y 11 años: fallas en la atención y concentración, hiperactividad, respuestas lentas y dificultades de memoria.
  • De 12 a 18 años: rechazo a retomar las actividades escolares, hiperactividad, irritabilidad, fallas en atención y concentración, cambios en la personalidad y el comportamiento, apatía, llanto espontáneo y dificultades de memoria.

En secciones anteriores nos hemos referido a los resultados de un estudio realizado por García Morey y otros, sobre el malestar psicológico en los niños y adolescentes por la situación de distanciamiento físico, y que puedes consultar si lo deseas en: https://www.uho.edu.cu/2021/03/29/familias-ninez-y-covid-19-en-cuba/

Según una Plataforma de Asociaciones de Psiquiatría y Psicología Clínica de la Infancia y Adolescencia, ya se dispone de datos con suficiente evidencia científica sobre la repercusión de la pandemia de COVID-19 en la población infantil y adolescente y enfatiza que se debe estar atento en los meses venideros para evaluar posibles síntomas y trastornos, dado que la situación pudiera verse agravada por la prolongación de la pandemia y el estrés que acarrea, así como la suma de otros factores como el futuro económico y el aumento de trastornos mentales en los progenitores.

Este es un tema no concluido. Si quieres conocer más, síguenos en próximas secciones de #PsicologíaParaTuVida. Mientras, te dejamos el link donde puedes acceder al trabajo de referencia, para obtener mayor información.

Salud mental en la infancia y adolescencia durante la pandemia de COVID-19. Disponible en http://scielo.sld.cu/pdf/ped/v92s1/1561-3119-ped-92-s1-e1342.pdf

MSc. Lisneth Rodríguez Hernández
Licenciada en Psicología. Máster en Ciencias Sociales y Axiología. Directora de Comunicación Institucional, de la Universidad de Holguín.

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