La mujer está en proceso, no sólo de descubrirse, sino de inventarse

  Rosario Castellanos

Había una vez una historia de muchas páginas que describía  las esencias de las princesas, las brujas malvadas, príncipes valientes y los viles traidores,  siempre con el mismo final: la dulce doncella es rescatada por el héroe. Mientras se narraban los rituales que configuran a los sexos, en el anexo quedaban los auténticos sueños de las protagonistas y saltaba una interrogante que no dejaba cerrar el libro, ¿las princesas realmente querían ser princesas? 

El libro no se cerró porque la historia no estaba bien contada, las hojas comenzaron a rasgarse: las princesas desean construir sus castillos, las brujas no quieren ese adjetivo y los príncipes quieren escribir sus miedos. Las mujeres comenzaron a trazar el boceto de otra historia; porque comprendieron que los cuentos de hadas son fantasías que legitiman un orden de poder patriarcal.

Entre incertidumbres, dolores y miedos, pero con firmeza y constancia, el movimiento feminista empieza a narrar en plural. La fábula social se inicia así: el ser humano más allá de su sexo, raza y orientación sexual tiene  su propio  capítulo.  

El pensamiento feminista impacta la academia y atraviesa los relatos científicos sustentados en concepciones hegemónicas patriarcales que generan desigualdad. Desde sus demandas de espacio social y denuncias a las relaciones de poder existente, donde lo femenino es oprimido, las feministas armaron un universo de ideas emancipadoras que se cristalizaron en la teoría de género, como una perspectiva científica, interdisciplinar, analítica y política que asume la diferencia entre los sexos no solo como biológica, sino determinado por lo sociocultural, histórico, subjetivo y simbólico.

Pensar y escribir desde un enfoque de género, es configurar otro imaginario que ofrezcan voces a los sujetos omitidos de la épica androcéntrica, es otra historia para narrar que hable de un mundo más justo.

Las mujeres a golpe de dolor crearon sus castillos de palabras  legítimas, que dialogan  sobre  tiempos de ausencias, desgarran los rituales impuestos para seguir desafiando y tener la versión de la leyenda de sus nombres, desde varios matices y colores escriben sus vidas.