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El 24 de Febrero en nuestra historia

El 24 de Febrero en nuestra historia

Por Rudy Avila Figueredo/Departamento de Marxismo leninismo e Historia de Cuba

Cuando el 10 de enero de 1895, tras largos años de preparación paciente, José Martí vio frustrados los planes de revolución rápida y contundente que tanto había acariciado, cayó en una profunda depresión. Perseguido por la inteligencia española y por la norteamericana, reposando en un pobre alojamiento newyorquino, junto al comandante Enrique Coyazo, tras una exalación de desaliento, al ser inquirido por su compañero acerca de lo que le sucedía, dijo: ¡Ay, las madres! Su angustiado ser solo atinaba a pensar en quienes sufren más los horrores de una guerra. Queda claro en este episodio el por qué de su demora y la dilatación del momento de reanudar la lucha.

El fracaso de La Fernandina, producto a una delación, demostró hasta a los más escépticos, que aquel hombre había sido honesto. Pocos podían imaginar que se hubieran podido alijar tres barcos con pertrechos para hacer menos costosa y extensa la nueva contienda. Lo fundamental ya estaba conseguido: renovar el espíritu de lucha de los cubanos de dentro y fuera de la isla. Un partido y un órgano de propaganda y divulgación, para dirigir la revolución, habían logrado, en lo fundamental, zanjar asperezas e indicar un camino. Había que dar cuerpo a lo que se pensó; el paso sería iniciar la nueva contienda.

Ya el 29 del propio mes se redactaba en Nueva York la orden de alzamiento en Cuba, que fue firmada por José Martí como delegado del PRC; el general José María (Mayía) Rodríguez, representante personal del general Máximo Gómez como general en jefe, y el comandante Enrique Coyazo, enviado por la Junta Revolucionaria de la Habana. El secretario del PRC, Gonzalo de Quesada y Aróstegui, Serafín Sánchez Valdivia y el cubano de origen polaco, Carlos Rolof Mialofsky, todos veteranos de la Guerra de los Diez Años, también suscribieron la orden, que estallaría el 24 de febrero en toda la isla, esencialmente en la provincia de Oriente.

Se inscribe así en la historia de Cuba este día, que como se conoce, fue triste, y también glorioso. Muchos de los que se alzaron, sobre todo en la región occidental, fueron masacrados, como en Matanzas. En otras regiones orientales, los levantamientos fueron exitosos. Se logró reunir un gran número de hombres, también se desempolvaron armas que aún permanecían guardadas esperando el momento. Hombres curtidos por el bregar de diez años de azarosa lucha, volvieron a la manigua redentora, ahora acompañados por una generación joven, que bien pudieron ser los hijos de la pasada, pues habían transcurrido diescisiete años de tregua fecunda o reposo turbulento.

Precisamente, esta nueva etapa que se inicia, se conoce como la guerra de Martí, su más abnegado propulsor, miembro de esa generación que él mismo denominó, de los ¨Pinos Nuevos¨.

El 24 de febrero, desde aquel año queda inscripto en los anales de la Historia de Cuba con ribetes dorados, porque marca el momento en que los cubanos, iluminados por el ideal de justicia que subyace en nuestra cultura, decidieron lanzarse de nuevo, arriesgándolo todo, en busca de la soberanía y la independencia nacional, como única manera de alcanzar la justicia social por tanto tiempo negada. La nueva etapa de la revolución, llevaba también la impronta de enfrentar los apetitos anexionistas del vecino del Norte, ya bien claros desde la prédica martiana.

Sin el 24 de febrero de 1895, aquella audaz y valiente acción protagonizada por valiosas figuras, otros derroteros hubiese andado nuestra Historia Nacional.

Epg. Luis Ernesto Ruiz Martínez
Lic. en Educación, especialidad Matemática-Computación. Especialista en Docencia en Psicopedagogía. Metodólogo de la Dirección de Comunicación Institucional.

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