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Fidel y los jóvenes universitarios

Fidel Castro con jóvenes universitarios. Foto: Roberto Chile.

Por Dr. C. Amarilis Batista Rodríguez.

El 4 de septiembre de 1995, con motivo del acto por los 50 años de su ingreso a la universidad, Fidel expresó el privilegio de haber estudiado en esa Casa de Altos Estudios. Narró los importantes momentos que influyeron en su formación y cómo en el conflicto de la teoría recibida y la práctica, se hizo asiduo visitante de la biblioteca del Partido Comunista, asumiendo junto a sus concepciones martianas la teoría de Marx.

Por eso afirmó que en la universidad aprendió las mejores cosas de su vida, descubrió las mejores ideas de su época y concluía: …porque aquí me hice revolucionario, porque aquí me hice martiano, y porque aquí me hice socialista.

Fidel fue un destacado líder universitario, perseguido por sus ideas, amenazado, pero con una fuerza de voluntad y valentía que se convirtió en líder de todos los universitarios, aun cuando ya era estudiante libre.

En condiciones de estudios libres rompió record al matricular y aprobar con buenos resultados 50 asignaturas. Estudiaba Derecho, Derecho diplomático y Ciencias sociales, con la aspiración de obtener una beca para profundizar los conocimientos de economía en Europa o en los Estados Unidos. Concluyó Derecho, pero la intensa actividad política derivada del golpe de estado del 10 de marzo de 1952 por el dictador Fulgencio Batista precipitó los acontecimientos que concluyeron en los sucesos del 26 de julio de 1953 con el heroico asalto al Cuartel Moncada.

Al triunfo de la Revolución Cubana, la universidad y los estudiantes se convirtieron en centro de atención, consultas y debates de nuestro Comandante en Jefe.

El 11 de mayo de 1959, inauguró el curso académico en la Universidad de la Habana. Allí anunció el proyecto de la creación de las universidades de Oriente y Las Villas y una futura Ciudad Universitaria en La Habana. Y luego de recordar los mártires universitarios que dieron su vida por una sociedad más justa concluía con una frase que parece dicha para estos tiempos que corren: Dichosa esta juventud estudiantil, porque tiene más ejemplos que ninguna.  ¡Y los tiene no en medio de la decepción o del fracaso, sino en medio de la hermosa esperanza que se abre para la patria!

La profesora Ana Cairo en uno de sus recuerdos acerca de los métodos de Fidel, decía que el comandante visitaba con frecuencia la Plaza Cadenas de la Universidad de La Habana, al escucharse la noticia de que llegó Fidel, los estudiantes y profesores salían de clases corriendo, para aprender como se hacía la política real. Allí entrenaba sus habilidades para construir políticas. También se actualizaba y se divertía. Él era un miembro más de la comunidad universitaria, llevaba temas sobre los cuales quería escuchar criterios. También, los estudiantes aprovechaban y colocaban los suyos en los intercambios.

Como parte de estos intercambios, destacan las conmemoraciones del 13 de marzo. Fidel asistió sistemáticamente y pronunció discursos en los que trataba temas nacionales e internacionales del momento, pero siempre resaltó el papel heroico de José Antonio y los dirigentes de la FEU. En el año 1962 entre otras, desarrolló dos ideas que no siempre se resaltan. Fidel confía en que la Revolución sea atractiva para los jóvenes, los convierta en protagonistas y revolucionarios por convicción. Así expresa: ¿Y qué juventud queremos?  ¿Queremos, acaso, una juventud que simplemente se concrete a oír y a repetir? ¡No!  Queremos una juventud que piense ¿Una juventud, acaso, que sea revolucionaria por imitarnos a nosotros? ¡No!, sino una juventud que aprenda por sí misma a ser revolucionaria, una juventud que se convenza a sí misma, una juventud que desarrolle plenamente su pensamiento.

Más adelante, critica un hecho que se produjo en el acto: alguien instruyó al presentador no leer tres líneas del Testamento Político de José Antonio Echeverría que hacían alusión a Dios. Y Fidel expresa:

¿Será posible, compañeros?… ¿Seremos nosotros, compañeros, tan cobardes, y seremos tan mancos mentales, que vengamos aquí a leer el Testamento de José Antonio Echeverría y tengamos la cobardía, la miseria moral, de suprimir tres líneas, sencillamente porque esas líneas hayan sido expresión, bien formal de un modismo, o bien de una convicción que a nosotros no nos toca analizar, del compañero José Antonio Echeverría? ¿Vamos a truncar lo que escribió? ¿Vamos a truncar lo que creyó? ¿Y vamos a sentirnos aplastados, sencillamente por lo que haya pensado, o lo que haya creído en cuanto a religión? ¿Qué clase de confianza es esa en las ideas propias? ¿Qué clase de concepto es ese de la historia?  ¿Y cómo concebir la historia de manera tan miserable?  ¿Cómo concebir la historia como una cosa muerta, como una cosa putrefacta, como una piedra inmóvil? ¿Podrá llamarse “concepción dialéctica de la historia” semejante cobardía? ¿Podrá llamarse marxismo semejante manera de pensar?

El 13 de marzo de 1991, en medio de la situación internacional compleja, Fidel valora el escenario producido por la llamada Guerra del Golfo, la cual consistió en una fuerza de coalición autorizada por Naciones Unidas, compuesta por 34 países y liderada por Estados Unidos, contra la República de Irak en respuesta a la invasión iraquí del Estado de Kuwait. Sobre el particular expresa a los jóvenes: Sobre lo que sucedió en el golfo, lo que pienso, en esencia, es lo siguiente: Las guerras nunca se deben provocar, es decir, las guerras no deben provocarse, eso en primer lugar; en segundo lugar, las guerras, después que se desatan, hay que hacerlas bien hechas, y, en tercer lugar, ¡las guerras no se pueden terminar sino con la victoria o la muerte!…  Y agrega: He dicho principios generales, ahora viene el nuestro particular: ¡Terminará con la victoria, cueste lo que cueste!

Fidel asistió a la mayoría de los Congresos de la FEU, intercambió con los estudiantes, analizó la situación nacional e internacional y le expuso los proyectos revolucionarios y su integración al desarrollo del país.

De estos congresos, resalta por el momento histórico en que se produce y por las valoraciones realizadas, el del año 1991 en el cual Fidel pronunció un extenso y profundo discurso valorando la caída del Socialismo en los países del este de Europa, las traiciones y componendas, la situación de la URSS, las consecuencias para Cuba y la necesidad de mantener en alto la independencia del país, los principios revolucionarios y socialistas, alertando acerca de los peligros que amenazarían a nuestro país. Dice a los universitarios:

Pero ser revolucionario hoy implica un mérito mucho mayor, una conciencia mucho más alta. Ser revolucionario hoy constituye un acto de confianza, de convicción, de honor, de valor, de heroísmo mucho más alto que el que se requirió nunca en la historia de nuestra Revolución. Y digo en la historia de nuestra Revolución porque nuestro pueblo, nuestra patria, vivió en otras épocas momentos sumamente difíciles, sumamente heroicos en sus luchas por la independencia; porque fue el pueblo que combatió diez años, entre 1868 y 1878, del siglo pasado, diez años en la manigua.

El 17 de noviembre de 2005, en la conmemoración del Día Internacional de los Estudiantes y de sus 60 años de ingreso a la Universidad, Fidel Castro pronunció un conmovedor y profundo discurso en el aula Magna de la Universidad de La Habana, que trascendió las fechas para convertirse en una conferencia magistral que conmovió a todos por la profundidad de sus razonamientos en torno a su vida estudiantil, a los problemas de la humanidad y nuestros problemas internos. Fue un intenso diálogo de varias horas en que preguntaba y recibía respuestas de un auditorio juvenil en su gran mayoría.

En esa fecha se estaba desarrollando la Batalla de ideas con el protagonismo de los jóvenes, la Revolución energética, que incluía entre otras cosas, la sustitución de equipos derrochadores de electricidad tanto en lo social como en lo familiar, una guerra contra el robo y la corrupción- que aún no ha terminado- y se desarrollaban programas de atención a familias y personas vulnerables mediante el trabajo individualizado por parte de los trabajadores sociales y los estudiantes universitarios.

Advierte a los universitarios sobre los riesgos de la estrategia de los centros de poder mundial para dominar la conciencia de los pueblos:

…Cuando surgieron los medios masivos se apoderaron de las mentes y gobernaban no solo a base de mentiras, sino de reflejos condicionados. No es lo mismo una mentira que un reflejo condicionado: la mentira afecta el conocimiento; el reflejo condicionado afecta la capacidad de pensar. Y no es lo mismo estar desinformado que haber perdido la capacidad de pensar, porque ya te crearon reflejos: “Esto es malo, esto es malo; el socialismo es malo, el socialismo es malo”, y todos los ignorantes y todos los pobres y todos los explotados diciendo: “El socialismo es malo.” “El comunismo es malo”, y todos los pobres, todos los explotados y todos los analfabetos repitiendo: “El comunismo es malo.

Insiste en el Socialismo como la sociedad más justa y exhorta a no confiar nunca en el imperialismo que aplica torturas en Guantánamo, en las prisiones de Iraq, en las cárceles de torturas en países exsocialistas, usa fósforo vivo, y justifica sus crímenes.

Analiza las insuficiencias existentes en nuestra sociedad, critica el robo, el desvío de recursos los vicios y advierte los peligros que dimanan de los antivalores. Por eso afirma que los adversarios no podrán destruir la Revolución, nosotros sí. Y al finalizar vuelve sobre el tema y la necesidad de preservar las conquistas de nuestra sociedad:

Les hice una pregunta, compañeros estudiantes, que no he olvidado, ni mucho menos, y pretendo que ustedes no la olviden nunca, pero es la pregunta que dejo ahí ante las experiencias históricas que se han conocido, y les pido a todos, sin excepción, que reflexionen: ¿Puede ser o no irreversible un proceso revolucionario?, ¿cuáles serían las ideas o el grado de conciencia que harían imposible la reversión de un proceso revolucionario?  Cuando los que fueron de los primeros, los veteranos, vayan desapareciendo y dando lugar a nuevas generaciones de líderes, ¿qué hacer y cómo hacerlo?  Si nosotros, al fin y al cabo, hemos sido testigos de muchos errores, y ni cuenta nos dimos.

La confianza de nuestro Comandante en Jefe en la juventud universitaria, sus valores y espíritu creador se concreta en los grandes éxitos de la ciencia, la cultura, la educación, la innovación y las nuevas tecnologías. Ser fieles a ese legado es el compromiso de la actual generación de estudiantes.

Yusmel Pérez Figueredo
Graduado de Historia del arte por la Universidad de Oriente (2002). Profesor de Historia del arte y Arte cubano de la Universidad de Holguín. Especialista de la Dirección de Comunicación Institucional.

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