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Los entierros del Padre de la Patria

Por Liban F. Espinosa Hechavarría (Estudiante de Periodismo)

Este 27 de febrero se cumplen 149 años de la muerte del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes. Herido a los 55 años cayó enfrentado solo a un destacamento español; el mismo hombre que, el 12 de abril de 1869 asumió la Presidencia de la República en Armas hasta ser depuesto el 27 de octubre de 1873 y que fue confinado sin escolta a la recóndita finca San Lorenzo, en la Sierra Maestra.

Después del desigual enfrentamiento y su posterior deceso, sus restos tuvieron un periplo por diversos destinos que revisaremos a continuación…

En una fosa común del patio G, en la hilera 1ra., enmarcada con los números 2 y 3, en el cementerio de Santa Ifigenia, fue enterrado, sin penas ni glorias, el cadáver del Padre de la Patria, el domingo 1ro. de agosto de 1874, tras el ocaso de San Lorenzo.

Como trofeo de combate en el que cayó, las tropas del Batallón de San Quintín llevaron su cadáver hasta Santiago de Cuba, a bordo de una embarcación en la que compartió espacio con puercos, gallinas y sacos de carbón.

Sobre una ordinaria mesa de pino fue expuesto por unas horas en la Casa de la Intendencia, contigua al Hospital Civil La Caridad, ubicado en El Tivolí, y al final de la tarde conducido al cementerio en un carretón llamado La Lola. Sus restos se hubieran perdido en el olvido de no ser por el gesto de un grupo de patriotas que juraron preservar su secreto.

El 25 de mayo de 1879 aquel grupo de dignos cubanos, entre los cuales se encontraban dos exesclavos suyos, consecuentes con la palabra empeñada y a la tenue luz de un farol, exhumaron los restos del héroe de La Demajagua y celosamente guardados en un cofre los trasladaron hasta el Patio B, el más antiguo de la necrópolis, donde lo ubicaron en un lugar secreto sin identificación alguna.

En 1898, emigrados cubanos masones residentes en Jamaica costearon una lápida de mármol para ser colocada en la tumba de Céspedes, lo que se materializó el 16 de octubre de ese año.

En pleno período republicano, el Consejo de Gobierno Provincial de Oriente aprobó construir un monumento al Padre de la Patria, que finalmente fue inaugurado el 7 de diciembre de 1910.

Después de 36 años, los restos mortales de Céspedes fueron trasladados al edificio de gobierno y venerados en capilla ardiente hasta ser enterrados en un mausoleo a su altura, un conjunto escultórico ecléctico confeccionado con mármol de Carrara, en el que recibió el tributo de los cubanos hasta 2017.

El 10 de octubre de 2017, en ceremonia de alcance nacional, Carlos Manuel de Céspedes es inhumado por cuarta ocasión. Como novedad, el actual monumento se eleva unos centímetros del nivel de terreno, y ostenta en plano inclinado unas letras de bronce alusivas a su personalidad histórica.

Su mausoleo se encuentra el área patrimonial central del cementerio Santa Ifigenia; allí descansa de cara al futuro junto a Martí, Fidel y Mariana Grajales. Asimismo, al compás de una elegía, recibe el tributo de una guardia de honor desde que sale el sol hasta su ocaso.

Yusmel Pérez Figueredo
Graduado de Historia del arte por la Universidad de Oriente (2002). Profesor de Historia del arte y Arte cubano de la Universidad de Holguín. Especialista de la Dirección de Comunicación Institucional.

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