Su sonrisa brillante rotula a un niño haciendo travesuras. Su barba descuidada y pelo despeinado demuestran sacrificio y el sombrero, su personalidad. Lealtad simboliza la camisa verde olivo.

Así se visualiza a Camilo Cienfuegos Gorriarán en retratos, postales, monumentos y carteles, el Señor de la Vanguardia, el Héroe de Yaguajay, el del sombrero alón.

Sastre de oficio, revolucionario de corazón, humilde, gentil y carismático de nacimiento. Le gustaba el arte y le apasionaba el béisbol. Valiente y enérgico. Destacado combatiente en la Sierra y el llano. Fiel a la Patria, a la Revolución y a Fidel, contra quien no quiso enfrentarse ni en la pelota.

Solidario, servicial, preocupado por los demás y honesto. Así lo describieron su padre Ramón, sus compañeros de la guerrilla Ñico Cervantes, Walfrido Pérez, Horacio González Polanco, el Che, Raúl, Fidel… Con su carácter sincero, jaranero, responsable y altruista se ganó el eterno cariño y respeto del pueblo cubano.

Su nombre puede sonar gastado. Muchas escuelas y localidades lo llevan, incluso hasta hay canciones tituladas con su apellido, compuestas en su honor. Pero en cada una de estas su nombre resurge épico, remarcando su legado.

De las “camiladas”, nombre con el que el Che bautizó las bromas hechas por Camilo, reímos todos, gracias a la recopilación de las anécdotas en libros.

De Los Camilitos nos sentimos orgullosos. No es solo la escuela, que por iniciativa de Raúl Castro lleva su nombre, sino por esos niños uniformados de verde olivo que son el ejemplo vivo de su memoria, de su altruismo y entrega a la Revolución.

Vives… multiplicado en cada ramo, flor, pétalo de amapola, rosa, lirio, azucena, jazmín que cada 28 de octubre adornan las aguas de ríos y mares cubanos. Vives… como legado y tradición imperecedera en los corazones de cada uno de nosotros.

Hoy, cumples 91 años ¡Felicidades!