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Racismo y territorialidad. Una relación persistente

Más allá de la piel

Por Marybexy Calcerrada Gutiérrez (Grupo GIESH).

Hoy proponemos estimular el pensamiento en relación con las actitudes racistas que se originan, fundamentalmente, en la configuración de representaciones mentales desfavorecedoras de ciertas identidades colectivas a partir de sus procedencias territoriales.  En las emisiones anteriores hemos compartido ideas que explican múltiples condiciones, de tipo histórico-político-social, en la determinación del racismo y sus expresiones; de hecho, es un fenómeno plural. Aunque separemos, para su mejor entendimiento, algunos aspectos lo cual sugiere la existencia de tipos de racismos, en la práctica, generalmente, las condiciones se complican; por ejemplo: el racismo biológico y el cultural.

¿Cuántas personas hemos experimentado actitudes de devaluación o un tratamiento diferenciado de relativa desestimación a partir de nuestro origen geográfico? Probablemente la vivencia ocupe la memoria de las personas que hemos nacido o residimos en el oriente de Cuba. Los que habitamos, o proceden de esta parte del país, conocemos de varias denominaciones despectivas respecto a nuestra identidad territorial. Lo otro devaluado tiende a globalizarse a partir de un rasgo.

Digamos, las personas que vivimos en el oriente del país ante los otros residentes en el centro-occidente no somos: holguineros, santiagueros, guantanameros, etcétera; somos orientales; sin distinguirse las diferencias existentes entre estos territorios. La denominación de oriental muchas veces es connotada negativamente. Sin embargo, la población de la otra geografía cubana conserva su identidad provincial, no se globaliza por centro u occidente la determinación territorial de las personas. Recordemos que el racismo se corresponde con una ideología de dominación entre un ser con reconocimiento, que se instituye como superior, como lo esencial; el resto es lo otro devaluado o como diría Frantz Fanon: el no ser. Como en la relación entre el amo y el esclavo, desde ese pensamiento el Ser necesita del No-Ser

Ese No-Ser está ubicado en un contexto geográfico, que la seudo-cultura hegemónica necesita delimitar para gestionar su conquista, o, para la afirmación del lugar del poder (Más información en este enlace).  

Esa concepción es la que está en la base de los gobiernos y sociedades totalitaristas como los que se expresan en los nacionalismos extremos, idea que remite a los conflictos latentes que se invocan —para algunos, de sentido discutible— en la ecuación bélica entre Rusia y Ucrania que remite al nazismo de la Segunda Guerra Mundial.

Epg. Luis Ernesto Ruiz Martínez
Lic. en Educación, especialidad Matemática-Computación. Especialista en Docencia en Psicopedagogía. Metodólogo de la Dirección de Comunicación Institucional.

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