Por Esp. Ricardo Silva Zaldívar.

La Constitución es la ley fundamental de un estado donde se instituyen los principios y valores esenciales de la organización sociopolítica de una nación, que contiene, además, sus fundamentos políticos, económicos, sociales y jurídicos, así como la estructura del estado y sus relaciones con los individuos. La nueva Constitución de la República de Cuba es un ejemplo fehaciente de ello.

La citada Carta Magna fue aprobada como resultado de un referéndum popular celebrado el 24 de febrero de 2019, una expresión del carácter democrático y participativo del Estado cubano, y del ejercicio del poder soberano del pueblo. El 86, 85 % de los electores que depositaron su boleta en las urnas, dijo Sí a la nueva constitución y, con ello, 6 816 169 cubanos patentizaron su apoyo a un proyecto de país que apuesta por el socialismo, el respeto a los derechos, y la inclusión; o, lo que resume todo ello, a la dignidad plena de su pueblo.

Este apoyo, innegablemente masivo, adquiere repercusión mayor en un contexto actual en extremo abrupto, donde los imperialistas de siempre, con sus planes subversivos intentan poner fin a nuestras conquistas. Por ende, los cubanos debemos estar conscientes del compromiso que implica, para las generaciones presentes y futuras, esta nueva constitución, fraguada por el pueblo para dar continuidad a la Revolución y al socialismo, con todos y para el bien de todos, para cada ciudadano de Cuba. Independientemente de cuál haya sido su voto, será el país resultante de este Sí, uno cada día mejor, perennemente en Revolución, donde coexistan la voluntad de cambiar lo que deba ser cambiado y la fe en el mejoramiento humano.

Un proyecto que reafirma en su Artículo 1 el carácter socialista de nuestro sistema político, económico y social, donde específica que Cuba no volverá jamás al capitalismo, “como régimen sustentado en la explotación del hombre por el hombre”. A la par, incorpora el concepto de Estado socialista de derecho y justicia social, a fin de reforzar la institucionalidad y el imperio de la ley, dentro de ello la supremacía de la Constitución sobre el resto de las disposiciones normativas que conforman el ordenamiento jurídico. Cumplir estrictamente la legalidad socialista es un deber de todos como refrenda el artículo 9.

Y como colofón a lo expuesto resaltar lo estipulado en su artículo 4, donde se establece claramente que la defensa de la patria socialista es el más grande honor y el deber supremo de cada cubano. Considerándose la traición a la patria como el más grave de los crímenes, quien lo cometa está sujeto a las más severas sanciones.

El sistema socialista que refrenda esta Carta Magna, es irrevocable. Los ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, incluyendo la lucha armada, cuando no fuera posible otro recurso, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y económico establecido por esta constitución ¡La Ley se respeta!