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Más allá de la piel: ¿qué es el racismo?

Más allá de la piel

Seguramente cuando escuchamos acerca del racismo lo asociamos a discriminaciones motivadas por el color de las personas. Visibilizar otras prácticas, más allá de la piel, como expresiones racistas, supone un dominio más general en torno al racismo, propósito al que nos acercamos en este primer encuentro que da origen a un camino de reflexiones, acerca de lo que nos distingue como humanos.

Antes de ofrecer una idea general del racismo que permita su clara identificación, en la que tal vez nos descubramos, unas veces como destinatarios, otras como practicantes, aún sin haberlo advertido; presentamos momentos claves en la historia que han condicionado esta nociva actuación.

Desde las primeras enseñanzas escolares nos instruyen acerca del encuentro, no amigable, entre Europa y América hace más de 500 años. Ese acontecimiento, al que los especialistas designan con diferentes nombres por lo complejo de su significación que implicó un gran genocidio, marcó el inicio de la Modernidad como período histórico. El sistema moderno-colonial desplegado desde entonces, desarrolló mecanismos de desestimación sobre la población no europea con el objetivo de fundamentar su dominación.

Ejemplos de esta práctica fue el considerar a la población originaria de nuestro continente y la población traída desde África, como deficitaria en su capacidad de pensar y sentir como auténticos humanos. Aunque estas concepciones no fueron homogéneas, en términos generales, este grupo de personas fue inferiorizado en su condición humana. De igual manera, sus experiencias de conocimiento, expresiones artísticas, gustos estéticos fueron tenidas como bárbaras, sin civilidad.

Aunque muchos expertos relacionan el origen del racismo con esta experiencia, prácticas de este tipo iniciaron desde la antigüedad. Tal es el caso de los griegos de esa etapa, muchos de los cuales (entre los que figuran grandes personalidades de la política y el pensamiento de la época) consideraban que los que no eran griegos debían ser considerados bárbaros y, como tal, ser sometidos. En este momento, el color de la piel no era lo excluyente. El verdadero motivo era justificar su exclusión, a partir de una concepción de la identidad propia como la superior y la necesidad de inferiorizar al otro distinto, ya fuera por su clase o por ser extranjero.

De ahí que el racismo nace, y se puede definir, como una práctica dirigida al sometimiento y/o a la exclusión, que se fundamenta en la devaluación del otro con sus correspondientes expresiones, es decir, discriminación por la fisonomía, ya sea por color de la piel, rasgos faciales, tipo de cabello. Igualmente, por formas de vestir y otras expresiones estéticas diferentes a la norma; asimismo, la desestimación del conocimiento popular, a partir del conocimiento científico como el único más importante; por lo que tales personas (esa otredad) terminan afectadas en su legítimo reconocimiento y derecho a un trato digno, en toda su expresión.

En este camino, valdría la pregunta: ¿soy racista? ¿Qué expresiones de racismo puedo identificar en mi familia, círculo de amigos, grupo escolar, etc? Te invitamos, a partir de aquí, a pensar en las respuestas de esa interrogante.

Todos los primeros jueves de cada mes nos encontraremos para seguir con estas reflexiones. En próximo encuentro de jueves estaremos aportando a esta otra incógnita: ¿Qué tipos de racismos existen? Te esperamos para mirar y descubrir Más allá de la piel.

Elaborado por el Grupo de investigación Estudios Sociales y Humanísticos (Giesh)

Epg. Luis Ernesto Ruiz Martínez
Lic. en Educación, especialidad Matemática-Computación. Especialista en Docencia en Psicopedagogía. Metodólogo de la Dirección de Comunicación Institucional.

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