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Frente a la pandemia: siembra de amor

Karel Rodríguez Zúñiga (izquierda). Estudiante de 3 año de la carrera Lic.Educación Marxismo Leninismo Historia

Un título con un mensaje que impacta, detrás hay vivencias reales, horas arrancadas a dos vidas jóvenes para salvar las de otros. Las historias como estas se repiten a diario en toda Cuba, en una batalla que aún no termina.

Compartimos con nuestros lectores, las experiencias de dos estudiantes de la carrera Marxismo Leninismo Historia en el enfrentamiento a la COVID-19 en zona roja. Las vivencias de Karel Rodríguez Zúñiga y Camila Escobar Primo, resumidas en forma de ponencia, fueron presentadas en el I Encuentro Nacional de Estudiantes de Ciencias Pedagógicas.

Ante el llamado a los jóvenes los miedos se convierten en retos, las incertidumbres en desafíos y la valentía es la capa protectora para la aventura de cuidar la vida de otros y la salud propia.

Todos los comienzos son un poco difíciles y más cuando no tienes idea de lo que vas hacer, sumado a eso por todos lados te están diciendo los riesgos a los que te vas a enfrentar y sabes que si saltas un paso o violas una de las medidas puedes convertirte de voluntario a paciente, pero decides olvidarte de todo, sacar la capa de superhéroe con la que jugabas en tu infancia y dar el sí, y es aquí donde empieza toda la aventura.

Llegas y descubres que no tienes que tener renombre para lo que vas hacer, que no importan títulos u oficios; allí todos somos iguales, todos somos voluntarios que unidos al ejército de batas blancas, queremos quitarle protagonismo a el COVID-19.

Recordábamos aquellas burlas y bromas de infancia que le hacían a las tías de limpieza o al jardinero, o personas que por su bajo nivel escolar se marginaban hasta cierto punto. Una vez dentro, cuando teníamos que cumplir los gajes de esas personas, nos percatamos cuán importante son dentro de la sociedad. Los primeros momentos son incómodos, debes despojarte de tu ropa y convertirte casi en astronauta, por el cúmulo de ella que teníamos que ponernos para poder entrar en la llamada zona roja. Aunque el sudor era incontenible y la vista se nos nublaba, sabíamos que era necesario dar el extra y cumplir con el protocolo de bioseguridad.

La pandemia los obligó a pensar en “quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos”, reflexiones filosóficas que enfrentan al ser humano sobre el sentido de su vida y el lugar que ocupan como jóvenes, así como el sentido de la identidad y el cumplimiento de sus deberes.

En esta etapa se han escrito páginas de glorias y de victorias, porque esta juventud demostró con acciones y actos de valentía que somos continuidad histórica. Al estar en la zona roja, pudimos ver con claridad y más de cerca, todas las consecuencias del virus al ver a las mujeres con niños y a las personas de la tercera edad con el riesgo de haber contraído la enfermedad.  Fue impresionante ver a los niños con ganas de jugar, saltar, correr y no poder salir de esas cuatro paredes. Todo aquello, nos sensibilizó aún más, lo que conllevó a que, desde la distancia prudente, y con todas las medidas de protección, hiciéramos acciones de divertimento para estimular su buen estado de ánimo: un payaso, chistes. También hacíamos nuestra función de educadores, y tratábamos temas de nuestra historia.

Una experiencia muy linda fue con una niña de primer grado. A la pregunta: ¿tú conoces a Fidel?, contestó bien segura: “sí, ese es el padre de todos los cubanos”. Al resto de los niños le explicábamos la importancia de ser como Fidel y la necesidad de conocer sus valores éticos y humanos, y como para nuestro Comandante los niños eran muy especiales, al igual que para Martí, ya que él dirigió la Revolución para ofrecerles la felicidad.

De una idea inicial acerca de qué podían aportar, fue cristalizando en la práctica social, en las expresiones de los conciudadanos y compañeros, en la revisión del deber revolucionario.

Con los abuelitos las experiencias fueron inolvidables ya que ellos cada vez que entrábamos a zona roja, nos recibían con palabras de agradecimiento. Con ellos discutíamos los temas de actualidad, para que estuvieran informados de lo que acontecía en Cuba y el mundo. Ellos nos dieron lecciones de historia cuando hablábamos de estos temas: sus experiencias de la crisis de octubre, de Girón, los discursos de nuestro Comandante en jefe o los días del periodo especial. Aprendimos que hay que abundar más en las vivencias de nuestro pueblo acerca de la etapa de la Revolución en el poder. Decenas de héroes anónimos caminan a nuestro lado, son vecinos nuestros y de los estudiantes de cualquier nivel; y no siempre se aprovechan esas potencialidades para conocer una historia viva. Con las personas de la Tercera edad conocimos acontecimientos de la historia que no están reflejados en las bibliografías, acontecimientos en la historia de nuestra Revolución que se desarrollaron cuando ellos eran jóvenes.

Camila Escobar Primo. Estudiante de 4 año de la carrera Lic.Educación Marxismo Leninismo Historia

Ante el llamado a los jóvenes con el objetivo de apoyar la lucha contra la covid-19 y constituir contingentes en las diferentes trincheras para el enfrentamiento de la pandemia, que tantas vidas le ha cobrado a la humanidad, se incorporaron de inmediato.

Culminada la misión, nuestros familiares nos esperaban con muchas ganas de vernos ya que se quedaron muy preocupados porque sabían que poníamos en riesgo la vida, pero a la vez sabían que iba a cumplir un deber sagrado. Después de varios días de descanso en la casa se nos contactó para de nuevo trabajar contra la pandemia, pero ahora en la primera línea del combate. Esta vez sería un combate cuerpo a cuerpo en el Hospital Militar de Holguín. En esta zona roja, de igual manera que en la anterior, son innumerables las experiencias con el personal de salud o con los pacientes.

La primera vez en sala con pacientes positivos al virus, nos dio un poco de temor, pero nada que no se podía superar. Todos los días en la mañana, entrábamos a los cubículos a realizar las labores de limpieza, siempre ofreciendo palabras alentadoras a los pacientes. Uno de esos días de intenso trabajo, donde el agotamiento tocaba a nuestra puerta, los propios pacientes nos daban ánimo y en muchas ocasiones nos aplaudían el trabajo y nos daban las gracias por tan noble y humana tarea.  El primer aplauso estremeció el alma y provocó que las lágrimas corrieran por nuestras mejillas.

Uno de los recuerdos más tristes en la zona roja del Hospital Militar es cuando ingresaron una niña de unos 12 años con leucemia, y estaba positiva al virus. Cuando vimos que la trasladaban a terapia, nos atormentamos mucho al ver una niña con tan pocos años de vida pasando junto a su familia por ese dolor. Pero para alegría de todo el colectivo que allí trabajaba, la niña salió de alta y negativa al virus. Eso nos hizo entender, una vez más, el valor incalculable que tiene la salud publica cubana, al ver la entrega de los profesionales de la salud y todo el esfuerzo que realizan para salvar las vidas de estas personas, lo cual nos permitía comprometernos aún más con la tarea.

Como jóvenes estudiantes de carreras pedagógicas universitarias, la actuación en la primera línea de lucha ante los embates de la pandemia, les deja muchas lecciones.

Todas estas tareas y misiones la cumplimos sin dejar de lado nuestras obligaciones estudiantiles, aprovechando las posibilidades que nos brinda el desarrollo de la tecnología y las comunicaciones, (a través de la Plataforma Moodle de la Universidad, de Whats App, del correo electrónico) que nos permiten estudiar, resolver las guías de estudio en cualquier lugar que nos encontramos, implican un doble esfuerzo por nuestra parte, debido a las largas jornadas de trabajo en el día. Pero ese esfuerzo de estudiar hasta altas horas de la noche, para poder cumplir a tiempo con las tareas docentes, ha sido recompensado con el reconocimiento de los enfermos, la familia, la Comunidad, nuestros profesores y compañeros de aula, que se han ofrecido a darle continuidad a ese gesto de humanismo que nos enseñaron desde pequeños.

Estas tareas la asumimos con orgullo y la satisfacción de ser útiles a los demás; estamos viviendo momentos de hacer y de estudiar para ofrecer suficientes argumentos en defensa de nuestros ideales socialistas.

Este es nuestro Moncada, nuestra lucha clandestina, nuestro Granma, nuestra Sierra, nuestro Girón. Por todo estom siempre que la patria nos convoque, diremos presente.

A esta misión fuimos con la idea de que nuestro aporte personal sería extraordinario, de que pondríamos en alto el papel de los jóvenes universitarios. Sin embargo, fue más lo que nos aportó en el orden personal y como miembros de la FEU:

  • Nos hizo más conscientes del esfuerzo de nuestro país para brindarle una atención medica de calidad al pueblo, a pesar del bloqueo.
  • Pudimos ver de cerca el dolor humano y los peligros reales que implica la COVID-19.
  • Nos sirvió para conocer de cerca que los protagonistas de la Historia están a nuestro lado, en disímiles profesiones y oficios, todos dignos de admirar y estudiar.
  • Nos ayudó a admirar los conocimientos históricos de la Tercera edad que nos motivaron a profundizar en la historia de la Revolución Cubana desde las fuentes orales que nos rodean
  • Nos favoreció un desarrollo y un crecimiento como persona; y como joven revolucionario, además de la preparación política e ideológica, la convicción de que no hay tarea, por difícil que sea, que no se pueda cumplir.

Esta experiencia nos confirmó que la juventud es continuidad y que puede asumir cualquier obra.

Epg. Luis Ernesto Ruiz Martínez
Lic. en Educación, especialidad Matemática-Computación. Especialista en Docencia en Psicopedagogía. Metodólogo de la Dirección de Comunicación Institucional.

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