Por Grethel Yamila Cuenca Durán.
Creo en la cocinera que trae de su casa la malanga para el puré de la bebé de 7 meses que está en el Centro de aislamiento de la Universidad de Holguín.
Creo en las lágrimas de la sagüera agradecida que se siente “indigna” de tantas atenciones y cuidados.
Creo en la mensajera temerosa que está convencida de que ese es su lugar.
Creo en el chofer que me traslada y tiene un bebé esperándole en casa.
Creo en el Doctor, el Licenciado en Enfermería, la facilitadora, el estomatólogo, que entran y salen de la Zona Roja, el que fumiga los paquetes, el que vigila las entradas, el que revuelve el potaje del almuerzo y el que acomoda las papitas fritas en aquella bandeja brillante para que la niña de 3 años se anime a comer.
Creo en ellos y todos los que allí dejan el pellejo, los que renuncian, posponen, sacrifican besos y abrazos.
Creo en los que aman.
Creo en Cuba.
Sensibilidad y altruismo!
Gracias por tan bella obra!
Bendiciones!