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Los diferentes rostros y matices de los días

El capítulo final de la telenovela cubana El rostro de los días tiene puntos suspensivos que resuenan en los diferentes medios de comunicación. Los debates que aún genera buscan con urgencia un equilibrio entre el apasionamiento del público y los diversos criterios de especialistas, y a mi juicio, ese eco resulta uno de los más interesantes: por las nuevas posibilidades de abordar estas temáticas y desde un enfoque sociológico, escudriñar en las mitificaciones de la maternidad que se defiende a ultranza por la sociedad; todavía arraigada a imaginarios tradicionales sobre lo que significa ser madre y el deber ser madre. Asunto que en los momentos actuales más que un fin en la vida de la mujer es un gran desafío: un camino trazado con renuncias y retos que no se describen en la obra y donde prevalece un punto de vista idealista; pero sin duda abre telones para acercarnos a tópicos urgentes de tratar en nuestros medios de comunicación.

El mérito de la obra radica en enfocar la cámara hacia la familia cubana contemporánea, la que navega en complejidades: emergen restructuraciones, desafíos y conflictos; muchas veces solapados en la cotidianidad, porque las soluciones no se avizoran. Entre ellos las relaciones tóxicas en el personaje de Mercedes, que llega a matar lo que más quiere, en este caso su nieta; porque sus carencias de afecto conciben un pensamiento egoísta, actitudes manipuladoras y hasta evasivas de la realidad cuando la situación no va su favor.

Por otro lado, se enfrenta al personaje de Fabian, quien asume la paternidad desde la entrega y el compromiso y con su actuar. Desafía a Mercedes y muestra las capacidades y habilidades que también el hombre puede desarrollar para asumir un rol afectivo y determinante en el cuidado de los hijos.

La maternidad es el centro de la historia y de los conflictos, pero lo que le resta profundidad a la historia, desde mi punto de vista, son las concepciones idealizadas sobre la maternidad. La maternidad no es el único fin de las mujeres, más que un acto natural, es aprendizaje con muchos rostros; para algunas mujeres renuncias, para otras, mandato social. En mi criterio hay que buscar códigos comunicativos que rompan con los esquemas tradicionales de genero para ahondar la mirada en los mitos sociales que de una manera u otra simplifican y excluyen la diversidad humana.

No podemos obviar que fue una obra de ficción, pero el idealismo que prevaleció en su trama resulta ingenuo, sobre todo en temas como la violencia hacia la mujer en las relaciones de pareja. El cambio repentino del personaje de Samuel es un desenlace que refuerza los mitos de las oportunidades o las transformaciones que genera la paternidad. Existen estudios de género sobre este tipo de relaciones que han demostrado la complejidad psicológica y social del maltrato hacia la mujer que muchas veces puede ocasionar hasta la muerte. Realmente es válido colocarlo en el espacio televisivo, pero abordarlo con la profundidad requerida que visibilice esta problemática más allá de rencuentros y conflictos amorosos.

La subtrama que mantuvo atentos a los televidentes fue el acoso sexual de un padrastro; igualmente muestra una realidad, sin embargo, el tratamiento al tema tuvo lagunas que desde el desarrollo del conflicto hasta su desenlace ofrecieron puntos de vista tradicionales y de reforzamiento de la conducta violenta.

El rostro de los días ilustró, nuevamente, la capacidad de los medios para generar ideas, reafirmar o mover imaginarios sociales. En los momentos actuales resulta determinante apelar a la sensibilidad de los públicos para formar una nueva mirada y conciencia de género. Es un desafío, tanto para los guionistas, como realizadores, ampararse de los conocimientos que ofrece la academia sobre estas temáticas; así serán propuestas artísticas más profundas que renueven pensamientos y sobre todo, capten la diversidad de rostros y los matices de nuestros días.

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