Como ya es costumbre, ella despierta bien temprano en la mañana.

5:30 am y mientras cuela el café, prepara la ropa de los niños; se cerciora de que sus mochilas estén en orden, le añade la merienda e intenta levantarlos.

-Vamos, vamos, que mamá viene a darle los buenos días a los príncipes de su vida… ¡Qué remolones me han salido! Si no se apuran, este fin de semana no habrá paseo por el parque, añade ella victoriosa.

6:30 am y todavía los peques de la casa no acaban de alistarse. Ella aún no desayuna, le preocupa qué vestirá hoy – porque las mujeres debemos ser muy cuidadosas y detallistas y lucir siempre muy bellas- y desconoce qué maquillaje puede aligerarle las ojeras que ya son parte de su cuerpo. No hay tiempo para eso. Carlos, uno de los niños no quiere ir al Círculo. Mamá le explica que allí verá a sus amiguitos, que tendrá muchos juegos y que solo estarán lejos hasta la tarde, en la que ella o su papá vendrán a buscarlo.

7:00 am. Carlos ya está convencido y no llora. Ella puede, al fin, arreglarse. 7:40 am. Todavía en la parada del ómnibus. Otra vez tendrá que llegar retrasada y pedirá disculpas a sus compañeros.

Así amanece en muchos hogares cubanos; así muchas madres inauguran sus jornadas. La apresurada cotidianidad y su apretada agenda le absorben sus pensamientos. Desde bien temprano y hasta que cierra sus ojos se vuelve el sostén de la familia: prepara el desayuno, cuida de los hijos, los nietos, los abuelos, vigila la limpieza de la casa, hace las compras, innova en la cocina, compra los medicamentos, repara lo imposible y cura nuestras almas.

Ellas son las que vemos desandar nuestras calles a diario; las que invaden con paciencia y talento las aulas; las que en la madrugada elaboran los alimentos que degustarán los estudiantes; las que escoba en mano garantizan la higiene del entorno universitario; las que protegen y guían a los jóvenes que por distancias geográficas conviven en las becas; las que dirigen con astucia y con aguda mirada futurista.

A ellas, las heroínas que cumplen con impecable devoción sus responsabilidades laborales; tienen el consejo oportuno; se quitan lo que no tienen para vernos felices; sufren la pérdida de un ser querido; que sonríen con un pequeño gesto de amor verdadero; a ellas muchísimas felicidades en el Día de las Madres, especialmente a las que conviven a diario en la Universidad de Holguín .

Para homenajearlas solo necesitamos valorar su empeño por pintar de colores cada día; por la capacidad de transformar en positivo nuestras amargas experiencias; por ser simplemente preciosas mujeres convertidas en madres, esos ángeles que te acompañarán siempre haciendo inmortal tu camino por la vida.