Hurgar en la historia puede ser el camino para aprisionar fragmentos de vida y comprender nuestro presente. Entre sangre y dolor, el 27 de noviembre se registró en las páginas de la Historia de Cuba un acontecimiento que mostró a los ojos del mundo la represión del colonialismo español, hacia donde puede conducir el poder que intenta mantenerse más allá de lógicas sociales: Cuba luchaba por su independencia, el fusilamiento de los estudiantes de medicina, era sin dudas, una prueba de fuerza; había que detener el ímpetu de un pueblo que ansiaba trasformaciones políticas radicales.
Por Sandra Fagales
Departamento de Comunicación Institucional
Hurgar en la historia puede ser el camino para aprisionar fragmentos de vida y comprender nuestro presente. Entre sangre y dolor, el 27 de noviembre se registró en las páginas de la Historia de Cuba un acontecimiento que mostró a los ojos del mundo la represión del colonialismo español, hacia donde puede conducir el poder que intenta mantenerse más allá de lógicas sociales: Cuba luchaba por su independencia, el fusilamiento de los estudiantes de medicina, era sin dudas, una prueba de fuerza; había que detener el ímpetu de un pueblo que ansiaba trasformaciones políticas radicales.
El fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina se realizó al atardecer, en terrenos del Castillo de San Salvador de La Punta. Los cadáveres fueron después conducidos a un cementerio rústico, donde se les enterró en una fosa común, no se admitió colocar una cruz ni señal alguna que indicara el lugar de su sepultura.
En 1887, por iniciativa de Fermín Valdés Domínguez, que había sido uno de los estudiantes acusados y condenados a presidio, fueron exhumados los restos de los ochos jóvenes, y colocados en una caja de plomo. Luego se construyó un mausoleo en la cementerio Cristóbal Colón, donde habrían de reposar los restos de manera definitiva.
Los jóvenes cubanos, todos los 27 de noviembre, peregrinamos desde el presente para reconstruir nuevamente este acontecimiento con la mirada de la justicia.