
Hace solo unas horas concluyó el proceso de Evaluación Externa a la Universidad de Holguín y yo continúo emocionada por todo lo que se ha compartido en las redes en estos días sobre el tema.
Precisamente las redes posibilitan que más personas conozcan sobre determinado hecho, pero dudo que exista precedente en que, una visita institucional a un centro específico de la provincia, se convirtiera en un suceso de pueblo como ocurrió en este caso.
Exactamente eso: un suceso de pueblo.
En el transporte público, en las piqueras, en el parque, en cualquier empresa y hasta en los bares de la ciudad se escuchó hablar del tema, no todos sabían exactamente los detalles, pero todos se enteraron de que en la Universidad estaba pasando algo GRANDE.
Confieso que esta vez estaba un poco escéptica, dos veces se había anunciado ya la visita y siempre por razones ajenas, ajenísimas, a la voluntad de la comunidad universitaria había sido suspendida. Llegué a comentar que el ambiente y entusiasmo levantado para la primera convocatoria no se lograría nuevamente, pero a veces da gozo equivocarse.
La pasión con la que la comunidad universitaria asumió el proceso, que se distinguió por la implicación de los propios estudiantes, el claustro, los directivos, los trabajadores de apoyo, las familias, las unidades docentes en organismos e instituciones, los centros y filiales municipales, las autoridades políticas y gubernamentales del territorio y los emprendedores fue como una avalancha que desbordó los límites de la institución e inundó a toda la provincia y un poco más allá… Dondequiera que vive un egresado de la UHo, hubo un corazón latiendo por la Excelencia.
Lo ocurrido en la UHo la semana que concluye nos deja además varias lecciones: cuando se convoca a un proyecto común desde el conocimiento y la pasión por lo que se hace, y se logra implicar emocionalmente a los colectivos, los resultados son excepcionales; que no hay juventud perdida ni cosa que se le parezca, la UJC y la FEU aquí han dado una clase magistral de compromiso con los ideales que defienden; que las instituciones se parecen irremediablemente a quienes las dirigen por tanto la entereza, preparación y ejemplo personal de los cuadros para asumir retos como este son una condición indispensable; y que, si en nuestra individualidad somos fuertes, cuando nos unimos somos invencibles, hoy como nunca antes, el verdadero éxito está en las alianzas.
No he podido evitar pensar por estos días en Fidel, cuando le habló por primera vez a los holguineros desde el balcón de la Periquera y estos le pidieron, entre otras demandas, una Universidad. Y mira que hemos hecho aprecio de ese regalo, pasarán los años y quedará en la memoria de este pueblo que, en la Universidad de los holguineros, la apuesta será siempre a crecer por la excelencia.
Fotos: Adrián Verdecia/ACN