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El amor romántico en los medios: idealización y realidad

Psicología para tu vida

Por Mailén Galán Font / Estudiante de Psicología

En un mundo donde las pantallas nos rodean y las historias de amor florecen en películas, novelas, programas de televisión y redes sociales, la imagen del “amor romántico” se presenta de manera idealizada y, a menudo, distorsionada.

El amor romántico es un constructo cultural que se caracteriza por intensas emociones, pasión, entrega total, idealización de la pareja y la creencia en un amor eterno y perfecto. En las representaciones tradicionales, se asocia con gestos grandiosos, sacrificios extremos y la idea de que encontrar el “amor verdadero” es la clave para la felicidad y la realización personal.

Los medios de comunicación masiva y de entretenimiento desempeñan un papel crucial en la construcción de narrativas sobre el amor romántico. A lo largo de la historia, hemos sido testigos de cómo estas industrias han promovido narrativas idealizadas y dañinas sobre las relaciones amorosas, que a menudo glorifican comportamientos abusivos, controladores y tóxicos en nombre del amor.

Estas representaciones idealizadas del amor pueden tener un impacto significativo en la percepción que las personas, especialmente las mujeres, tienen sobre sus relaciones. La presión para cumplir con los estándares de amor romántico puede llevar a expectativas poco realistas, dificultad para establecer límites saludables, tolerancia a comportamientos dañinos y baja autoestima en caso de que la realidad no cumpla con la fantasía.

El cine de Hollywood ha sido una de las principales fuentes de difusión de representaciones idealizadas del amor que perpetúan estereotipos de género y roles tradicionales. En muchas películas, se presenta el amor como una fuerza redentora que justifica comportamientos abusivos por parte de los protagonistas masculinos hacia las mujeres.

Estos medios nos venden una imagen del amor, donde los celos, la posesividad y la sobreprotección se disfrazan de “cuidado” y “atención”. Pero, ¿qué pasa cuando estas actitudes cruzan la línea de lo romántico a lo controlador y peligroso?

Un ejemplo claro es la película “Crepúsculo”, muchos la adoraron por la historia de amor entre Bella Swan y Edward Cullen, pero si vemos un poco más allá, se encuentra un chico controlador, obsesivo y posesivo que vigila cada movimiento de Bella en nombre del amor.

La idea de que el amor es posesión y control puede normalizar comportamientos abusivos y justificar la falta de respeto y la violencia en las relaciones. Esto tiene un impacto directo en la seguridad y el bienestar de las mujeres, contribuyendo a la desigualdad de género y la perpetuación de las relaciones tóxicas.

Por otro lado, Disney ha desempeñado un papel importante en la socialización de las niñas a través de sus princesas y cuentos de hadas. Si bien las historias suelen tener finales felices, es importante analizar cómo estas narrativas refuerzan estereotipos de género y promueven la idea de que las mujeres deben ser rescatadas por un príncipe encantado para alcanzar la felicidad. Pero, al crecer, me di cuenta de lo problemático que era ese mensaje. ¿Por qué las mujeres siempre tienen que depender de alguien para ser felices? Un claro ejemplo es la historia de “La Bella y la Bestia”, donde se normaliza la idea de que el amor puede cambiar a una bestia violenta en un príncipe encantado, minimizando la importancia del consentimiento y el respeto mutuo en una relación.

En las telenovelas, se suelen mostrar relaciones conflictivas y dramáticas donde el sufrimiento y la sumisión de las mujeres son glorificadas en nombre del amor apasionado. Por otro lado, muchas letras de canciones populares refuerzan estereotipos de género y promueven la idealización del amor romántico como una experiencia intensa y tumultuosa que justifica cualquier tipo de sacrificio o sufrimiento.

Además, la publicidad también juega un papel importante en la perpetuación del ideal del amor al asociar productos y servicios con la idea de que el amor es la clave para la felicidad y la realización personal. Por ejemplo, anuncio de perfumes o joyas a menudo presentan a mujeres bellas y elegantes que encuentran la felicidad en el amor romántico, creando una conexión entre el consumo y la realización personal a través de una relación romántica perfecta.

En las redes sociales, la cultura del “amor perfecto” se ve amplificada en fotos y mensajes que muestran parejas felices, regalos ostentosos y gestos románticos elaborados. Esta representación idealizada del amor puede generar presión en las personas para mantener una imagen pública de felicidad constante en sus relaciones, incluso cuando en la realidad enfrentan conflictos y desafíos.

Sin embargo, detrás de esta fachada de perfección se esconde una realidad mucho más compleja. Las relaciones amorosas reales son inherentemente imperfectas, con altibajos, desacuerdos y momentos difíciles que forman parte del crecimiento y la evolución de la pareja. La falta de comunicación, la falta de respeto mutuo y las expectativas poco realistas pueden socavar la salud de una relación y llevar a situaciones de conflicto y desgaste emocional.

Es importante reconocer que el amor no es un cuento de hadas perfecto, sino una experiencia humana compleja que requiere trabajo, compromiso y honestidad para prosperar. La clave está en ser conscientes de las narrativas que consumimos y cuestionarlas. No se trata de demonizar el “amor romántico”, sino de promover relaciones basadas en el respeto, la igualdad y la autonomía. No necesitamos un príncipe azul que nos salve, sino una pareja que camine a nuestro lado en igualdad de condiciones.

Yusmel Pérez Figueredo
Graduado de Historia del arte por la Universidad de Oriente (2002). Profesor de Historia del arte y Arte cubano de la Universidad de Holguín. Especialista de la Dirección de Comunicación Institucional.

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