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Nuestros educadores

Nuestros educadores

Por Rudy Ávila Figueredo. Profesor del departamento de Marxismo- Leninismo de la Universidad de Holguín.

Cuando se hace un balance de lo logrado en estos 63 años de Revolución, es ineludible pensar en nuestros educadores. Desde el alegato de Fidel en el juicio por los sucesos del Moncada, en el que delineó la estrategia a seguir una vez alcanzado el triunfo, donde no le diría al pueblo ¨cree, sino, lee¨, se avizoraba que la nueva etapa sería  la de la siembra de escuelas. Siglos de  ignorancia y de oscuridad serían borrados desde la educación y la cultura.

Uno de los seis principales problemas que afrontaba la república, perfectamente  identificados, fue el de la educación del pueblo: los más de diez mil maestros sin escuela, los niveles de analfabetismo alarmantes y la sumisión en que vivían las masas humildes del pueblo. La Campaña de Alfabetización vino a ser una Revolución dentro de la Revolución. Nunca antes se había invadido el campo cubano con jóvenes dispuestos a enseñar a leer y a escribir a los más humildes, los mismos que los regímenes anteriores deseaban mantener en la ignorancia, para poder dominarlos.

Cuando en 1961 se declaró el territorio nacional libre de analfabetismo, metas más ambiciosas se propuso el país desde la iniciativa visionaria de su líder Fidel Castro: llenar las universidades, escasas entonces, de personas del pueblo y del mosaico demográfico que compone nuestro ajiaco nacional, llegar a los más recónditos lugares con la luz de la razón y de la cultura. Miles de maestros y profesores, en muchas de las tantas escuelas que creó la Revolución, dedicaron y dedican lo mejor de sus vidas al arte de educar.

Lo que no hemos logrado hasta hoy, en materia de mejoramiento humano, se lo podemos achacar a insuficiencias en la educación, porque la obra educacional es infinita y siempre perfectible, pero los 63 años de resistencia y de avances en todo lo cultural, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que es gracias a los educadores.

Nuestros educadores son la mejor materia con que cuenta la Patria. Esa masa de hombres y mujeres abnegados, que han sabido sortear escaseces, crisis económicas, bloqueo imperialista, sin abandonar sus aulas, siempre merece el  reconocimiento y la admiración de su pueblo. En los numerosos congresos pedagógicos, Fidel elogió el desempeño de los educadores. Hoy, luego de cinco años de su desaparición física, la nueva dirección del país sigue apostando a que en esa masa se cuece el destino de la Patria.

Desde la escuela primaria hasta la universidad, aquellos que laboran en la honrosa misión de alumbrar el porvenir de cada ser humano, que es como alumbrar el de la nación, merecen el reconocimiento infinito y eterno de su pueblo, porque el educador es un héroe anónimo, alguien que se enfrenta día a día a los problemas de la vida cotidiana, y también a los de sus discípulos; muchas veces olvida los suyos en función de contribuir a resolver el de ellos.

El 22 de diciembre, es el día escogido para homenajear a los educadores. Nunca será suficiente lo que se haga para reconocerlos, sin embargo, la humildad de ese gremio, es capaz de aceptar un simple ¨felicidades educadores¨ porque son conscientes del momento histórico que se vive, e incapaces  de exigir o reclamar algo desde el punto de vista material. Felicidades educadores. El cumplimiento simple y sencillo del deber, como decía José Martí, es su mejor recompensa.

Epg. Luis Ernesto Ruiz Martínez
Lic. en Educación, especialidad Matemática-Computación. Especialista en Docencia en Psicopedagogía. Metodólogo de la Dirección de Comunicación Institucional.

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