Por Ivett de la Caridad Rivera Macías. (Presidenta de la FEU de la Universidad de Holguín)

Infinidad de palabras podrían definirla, pero rebelde y revolucionaria si bien no son las únicas, están entre las mejores para denominar esta organización casi centenaria, nacida por y para responder a los intereses de un estudiantado ansioso por transformar su realidad, en medio de una época de horror y barbarie.

Una etapa de dominación neocolonial transformadora en el decursar de la historia construida; una etapa que manchó con sangre y despotismo la Universidad cubana, la hizo acreedora de todos los males de la sociedad y la convirtió en bandera de las injusticias.

Ante tales flagrancias la juventud decidió no permanecer impasible. El ala más progresista se lanza a las calles en busca de conseguir sus derechos y devolver el esplendor a la universidad cubana. En respuesta obtienen un protagonismo nunca antes pensado ni conseguido.

Por su parte, la disertación sobre el movimiento universitario en Córdoba del entonces investido como rector honoris causa del centro docente, el doctor argentino José Arce, alentó las brasas que despertaron la conciencia del ala más radical del estudiantado en medio de un ambiente caldeado por la prédica reformista de algunos profesores.

Un choque con la realidad, un ansia de reformar y un manifiesto anunciaron al mundo la intención de llevar a cabo una reforma universitaria y unificarse en una sola organización. Diez días después, representantes de organizaciones estudiantiles, constituyen formalmente el comité unificador, que dirigido por Julio Antonio Mella dan vida, ese 20 de diciembre de 1922, a la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).

Casi cien años después, continúa abrazando las causas justas y antiimperialistas que durante años han defendido sus miembros, como faro y guía de la comunidad universitaria que se siente revolucionaria y rebelde.