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Nos asisten la fuerza de la verdad y del honor

Nos asisten la fuerza de la verdad y del honor

Por Rudy Avila Figueredo. Profesor del Departamento de Marxismo Leninismo de la Universidad de Holguín.

Muchos en el mundo se preguntan ¿cómo ha podido sobrevivir Cuba al acoso constante por parte de la mayor potencia que ha conocido la historia?

No pueden encontrar respuesta a esa pregunta desde la lógica del capitalismo neoliberal, en la que los poderosos parecen destinados para pisotear y humillar a los más débiles. Más de sesenta años de medidas coercitivas y de un feroz bloqueo, que sobrepasa los límites de lo posible de resistir, es una gran prueba.

Nunca un país pequeño logró imponerse ante tales desafíos. La humanidad conoce de acciones heroicas, la mayoría de las cuales culminaron sucumbiendo ante las acciones de los enemigos poderosos, pero jamás ese asedio se extendió por tanto tiempo. Contra Cuba se han ensayado métodos y estrategias. Para lograr el objetivo se han violado las normas más elementales de la convivencia internacional; se ha acudido a la manipulación, a la mentira, a la fabricación de pretextos con tal de debilitarla en la arena internacional y al interior del país.

Por solo mencionar uno de esos burdos pretextos, citemos los cacareados ataques sónicos al personal de la embajada de EEUU en la Habana; cuestión desmentida por la comunidad científica internacional pero que sirvió para fracturar el proceso de normalización de relaciones iniciado con la administración Obama. Se –conoce que detrás de ello se encontraban los intereses electorales de la más rancia derecha republicana, con sede en la Florida. La Historia está plagada de hechos como ese desde la voladura del Maine hasta hoy. Los Estados Unidos han tenido siempre una doble cara en la política respecto a Cuba, pero cada día se hace más visible la intención de destruirnos. A lo interno, la fabricación de una disidencia a todo costo que logre fracturar la unidad del pueblo junto a su proyecto social, es la más evidente.

Si no han podido lograr su objetivo, y cada vez se alejan más de alcanzarlo es, ante todo, porque a este país pequeño le asiste la razón y le acompaña una fuerza moral inmensa, ante la cual, como un escudo, se destruyen todas las armas enlodadas del imperio. Un actuar coherente del estado y el partido que luchan a brazo partido para que el pueblo tenga ante todo dignidad. Solo eso puede explicar que, en medio de penurias económicas, escaseces de recursos y de medicinas, en medio de una pandemia que obligó a cerrar la economía, el pueblo no se haya sublevado. Tal muestra de cultura política alcanzada es el resultado de muchos años de justicia social.

El caso cubano es la mejor muestra de que, ante la razón y la verdad, se estrellan las armas más sofisticadas. No hay redes digitales al servicio de la contrarrevolución, que puedan contra la moral de un pueblo decidido a ser libre y soberano. De Varela a Martí, y de este hasta Fidel, han proporcionado suficientes razones para seguir persistiendo y no cejar ante el ataque del enemigo.

Inexplicable resulta que Cuba sobreviva a los múltiples intentos por destruirla por parte de los Estados Unidos de Norteamérica. Desde la lógica de los poderosos, de los que desconocen el valor de las ideas y todo lo fían al poder de lo material, ya Cuba no debía existir como nación.

Para nosotros, los que creemos en el poder de las ideas, como nos enseñó Martí y nos confirmó Fidel, no hay fuerza capaz de destruir la moral y el honor de un pueblo que decidió ser soberano. Desde esta lógica, no solo no han podido, sino que no podrán destruir la unidad del pueblo cubano.

Epg. Luis Ernesto Ruiz Martínez
Lic. en Educación, especialidad Matemática-Computación. Especialista en Docencia en Psicopedagogía. Metodólogo de la Dirección de Comunicación Institucional.

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