Confieso que fui de los tantos que cayó en “la trampa”. Me queda la tranquilidad de no ser el único. No son pocos los que, al escuchar su nombre, se preguntan quién es Luis Felipe Álvarez López. Es que para casi todos es, sencillamente Pepe, nuestro Pepe.

Aunque la lógica me invita a dedicar muchas líneas a hablar de él, tengo la certeza que no serán suficientes, una vida llena de tantas emociones, resultados innegables y una larguísima lista de profesionales formados, resultaría imposible de resumirlas en el espacio que la web me deja para esta reseña.

No corro el riesgo. Seré breve e igual me van a entender.

Pepe deja de ser el Director de Recursos Humanos de la Universidad de Holguín. A él no se le puede olvidar, es de los que dejan una huella en quienes lo conocen, en lo personal y lo profesional.

En el breve acto de entrega de ese cargo, hablaron varios de sus alumnos y actuales compañeros de trabajo. Algunos, con voz entrecortada, reconocieron sus enseñanzas, las constantes lecciones y su organización extrema. Para todos, la enorme satisfacción de poder agradecerle una vida dedicada a la formación de varias generaciones.

Escuché decir a una de ellas con voz emocionada que se liberaba de la responsabilidad formal asignada por un cargo, porque él es de los imprescindibles y sabemos que con la misma dedicación, humanismo y profesionalidad que lo caracterizan podremos seguir contando con su incondicional contribución.

Por suerte, Pepe no se va. Deja en Carlos Rafael y en Flor Delia, un relevo asegurado.

Seguirá siendo útil donde esté. Su calidad como profesional y ser humano, lo convierten en un referente para todos.

Sencillamente gracias, por todas las lecciones, querido Pepe.