Sí que transcurrieran 45 días desde aquel 4 de septiembre era motivo de satisfacción, imaginen ahora que superamos los 60. Esa primera cifra siempre ha servido como medida de tiempo para cosas importantes. El término del periodo más difícil para una madre recién parida y su criatura, el lapso para crear un aceptable vino, la duración de una escuela al campo o la interminable llamada previa militar. Estos son solo ejemplos, de seguro el lector recordará otros muchos episodios importantes que se han medido o se cuentan empleando ambas cifras.
Por Marjel Morales Gato
Dirección de Comunicación Institucional
Para la comunidad de la Universidad de Holguín, estos dos primeros meses de existencia han significado un constante proceso de construcción y aprendizaje. Como el pequeño que aprende a dar sus primeros pasos, a veces con golpes y caídas, unas con el método ensayo error, y otras, por la enorme voluntad y sentido de pertenencia de muchos, así poco a poco la Universidad ha echado a andar. Los que han creído que ha sido fácil, no imaginan siquiera las neuronas, las florecientes canas, y hasta las libras perdidas de muchos en cuyos hombros ha recaído la responsabilidad de dirigir alguno de los múltiples procesos que se ejecutan a diario.
En este lapso, “Juntos creando el futuro”, ha sido más que un slogan de una campaña de comunicación. Los arquetipos han quedado atrás: el encuentro con estudiantes y profesores de las 10 facultades, el maratónico recorrido por las casi 13 instituciones municipales, la renovación de la dirigencia y estructuras de base de las organizaciones políticas y de masa. En cada caso el oído receptivo, la explicación oportuna de alguna problemática, y véase que no digo la justificación, han prevalecido. Se ha comenzado a construir un sistema de dirección inclusivo y flexible que ha de perfeccionarse y cultivarse en la mentalidad de todos, cuadros y colaboradores. De esta manera, también ya suman más de 60 los ejemplos que pudiese mencionar en estas líneas.
Pero no todo ha sido idílico. Para muchos de los que conformamos esta inmensa comunidad universitaria, poner en práctica las líneas conceptuales del término Revolución expuesto por Fidel, pasan por el tamiz de lo personal. “Cambiar todo lo que tiene que ser cambiado”, ha de ser, en este tiempo de construcción de la identidad de la Universidad de Holguín, algo más que una “conveniente frase política.” Debe ser práctica diaria que nos despoje de anteriores esquemas, de parcelas mentales y complejos al creernos colonizadores o colonizados en determinados momentos. Será arduo, es cierto, somos cerca de 10 mil individualidades, pero no imposible. La historia ha demostrado que en las diferencias también hay puntos de unidad y son esos los que han de fortalecerse. El criterio diferente es saludable y necesario para que no crezca la falsa unanimidad, pero ha de ser sin atrincheramientos estériles, sin imposiciones superfluas o elitistas, que solo expresen una parte y no el todo.
Han transcurrido 60 días, minúscula fracción del largo camino que queda por delante. Somos una familia que ha comenzado a convivir e integrar al pensamiento familiar los mejores modos de hacer. Construimos diariamente una identidad, que no puede olvidar sus raíces, pero que ha de ser distinta y moderna, según la realidad en que crece, como lo son los jóvenes que asisten a nuestras aulas, como lo fuimos en nuestra época, y lo seguimos siendo. Hagamos nuestras aquellas martianas palabras escritas en 1884: “Emplearse en lo estéril cuando se puede hacer lo útil; ocuparse en lo fácil cuando se tiene bríos para intentar lo difícil, es despojar de su dignidad el talento…” Continuemos intentando lo difícil, para que cuando llegue la pausa del verano, podamos sentarnos un rato al borde del camino y mirar atrás a aquellos lejanos 60 días, en los que comenzó a andar la entonces nueva Universidad de Holguín.
