Como quizás alguna de esas tarde-noches lluviosas en que José Martí se dedicara a escribir sus más universales pensamientos, cientos de jóvenes, junto a sus familiares y profesores salieron en Holguín a la avenida Los Libertadores, para honrar el nacimiento de ese gran hombre, cuya vida dedicó a su Patria.
Es por ello que la amenaza natural de apagar las llamas de luz martiana no impidieron que el júbilo y el entusiasmo se adueñaran de las calles con gritos de vivas al Apóstol y en recordación, además, del Comandante en Jefe a una sola voz: ¡Yo soy Fidel!, una frase que ha inmortalizado el cariño y la admiración de los cubanos hacia su Líder Histórico.
Estudiantes y profesores, en representación de las ocho facultades de la Universidad de Holguín, como cada año, enabolaron la bandera cubana e hicieron suyo el legado martiano, que es recordado en cada alumno, cada aula, cada momento que lleva su impronta como cubano universal.
Cada niño, joven, mujer y hombre que caminó en la noche, bajo las lloviznas, demostró su sentido de admiración por el Maestro, a quien conocemos desde pequeños y aprendemos de sus frases, sus ideas; a quien dejamos entrar en nuestros hogares y se vuelve un tema de investigación para tareas escolares, presentaciones matutinas; a quien leemos para cultivar nuestro espíritu y a quien acudimos constantemente para reafirmar nuestra cubanía; a quien sentimos cercano y nuestro.