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Es tiempo de compartir el talento extraordinario

Es propio de los jóvenes y adolescentes de hoy, en su necesidad de afirmación, encontrar íconos como Messi, Cristiano Ronaldo, Shakira o muchas otras de las figuras que los medios repiten hasta la saciedad y convierten en ideales de consumo.

Pero los cubanos tienen a su alcance el ejemplo de un joven que, sin duda alguna, hoy se llevaría el record de tendencias en redes sociales porque fue una de las personalidades más sugestivas y atrayentes que hayan alentado en nuestra tierra.  

Por supuesto que me refiero a quien se destacó en los Juegos Caribe por su participación en las regatas de remo y que practicaba deportes asiduamente, mientras alentaba al estudiantado universitario a la práctica de la educación física como vía de mantener mente y cuerpo sanos.

En el transcurso de su vida demostró particular vocación para la literatura, y muy especialmente, despuntó como periodista y crítico. Sus artículos en las revistas universitarias Juventud y Alma Mater, son importante testimonio de la madurez política, cultural y humana que poseía con apenas 20 años. Pero esa precocidad no fue inusitada. En la universidad, a la par de sus estudios, estudió con rigor la obra martiana y nos dejó profundas reflexiones sobre nuestro país en sus “Glosas al pensamiento de José Martí”, texto que cada uno de nuestros universitarios debía tener en sus dispositivos y confrontar sus criterios.

Por esa profundidad de pensamiento y por su carácter inquieto resaltó como dirigente estudiantil y político, siendo elegido como presidente de la Federación Estudiantil Universitaria, organización que fundó en diciembre de 1922 y le impregnó su propia virtud antimperialista y libertaria que ha trascendido hasta hoy.  

Claro está que hablamos de Julio Antonio Mella, aquel talento extraordinario, como lo calificó Fidel, en un discurso pronunciado en 1975.

Pero quien viviera una agitada vida revolucionaria, llena de persecuciones, exilio y obstáculos, también tuvo tiempo para vivir con la misma intensidad sus relaciones amorosas. Quizás la más conocida fue la que sostuvo con aquella fotógrafa de rasgos italianos muy marcados y de pelo y ojos negros, que compartió, no solo su intimidad, sino que también lo acompaño en la acción revolucionaria.

Fue Tina quien nos dejó en sus fotografías las imágenes más expresivas de la personalidad de Mella. Quizás si hubiese contado con un celular, hoy tendríamos un testimonio mayor de la vida personal de este joven, que además era admirado por ser el mejor vestido en la Universidad de La Habana.   

Pero su amor fue breve, apenas cuatro meses tuvieron para vivirlo cuando un 10 de enero, cerca de las 10 de la noche, dos esbirros machadistas separaran con sus disparos a los amantes que iban tomados de las manos. “¡Machado me ha mandado matar! ¡Muero por la Revolución!”, fueron las últimas palabras que alcanzó a decir herido mortalmente en los brazos de Tina. De haber ocurrido hoy, esta historia fuera tendencia en redes sociales y medios de prensa y todo el mundo conocería la atrocidad del crimen.

Motivos suficientes tienen nuestros jóvenes para “vestirse a la moda extraordinaria del talento”, para “compartir“ lo que nos hace mejores cubanos y humanos, dar “like“ a la solidaridad y la esperanza.  

Yusmel Pérez Figueredo
Graduado de Historia del arte por la Universidad de Oriente (2002). Profesor de Historia del arte y Arte cubano de la Universidad de Holguín. Especialista de la Dirección de Comunicación Institucional.

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