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Nuestras armas culturales

Escudo y arma de la nación, nuestra cultura se erige como uno de nuestros principales signos identitarios y medios de expresión para reafirmarnos. Nuestros creadores, han demostrado que en tiempos difíciles asumen el reto de avanzar y, es en sesos momentos en los que desarrollan una actividad creativa más innovadora.

Azotados por la COVID-19, como el resto del mundo, tuvimos que asumir el confinamiento a fin de combatir esa epidemia. Teatros, galerías, cines y otros sitios de socialización del arte tuvieron que permanecer cerrados a la espera de un desenlace positivo. En ese entorno no podíamos esperar menos de una nación que sigue siendo tan libertaria como en 1868.

Desde sus casas artistas y creadores, no solo no pararon, sino que dieron el paso para llegar a los hogares por diferentes vías. Buscaron nuevas maneras de llegar al público, justo cuando fue más necesario. Allí, en esos espacios creativos alternativos o emergentes, se puso de manifiesto cuánto son capaces de ofrecer nuestros artistas. Ellos convirtieron su arte en otras armas contra la pandemia.

Cantantes, poetas repentistas y músicos hicieron de los balcones y azoteas nuevos escenarios para los vecinos. Con recursos propios inundaron redes sociales con conciertos caseros o videos guardados en el recuerdo que trajeron nuevas sensaciones.

De igual manera las galerías y museos incrementaron su presencia en internet exponiendo sus colecciones. Algunos pintores elaboraron clases de dibujo para niños. Bailarines y actores del teatro ofrecieron funciones desde salas y habitaciones antes reservadas solo para la privacidad hogareña.

Desde nuestra ciudad aplaudí iniciativas como las de Palabras al viento, colectivo que, al carecer de conexión, ideó una especie de cuentero telefónico. Niños y adultos llamamos a su número para recibir a cambio una historia contada de tal forma que, casi se podían ver los personajes con sus atuendos y gesticulaciones.

Otra iniciativa fue la de Ediciones La Luz, que puso a disposición de los internautas textos poéticos y narrativos almacenados en sus audiolibros y videocuentos, cada semana para dar a conocer la obra de un joven autor cubano.

También conozco amigos que involucraron hasta a los más pequeños de la familia en proyectos artísticos que animaron las redes sociales. Quizás esa fue la vía más factible para protegerse y proteger a los niños del estrés, que es otra arista de la pandemia. Recomiendo la NarraTK (http://www.ahs.cu/liset-prego-diaz-la-narratk-es-una-biblioteca-sonora-colaborativa-y-virtual/), una biblioteca sonora colaborativa, como uno de estos referentes.

Por las noticias supe que colectivos de artesanos se volcaron a elaborar instrumentos de protección para el personal de la salud que estaba en la primera línea de batalla.

Algunos que conservamos como tesoros los libros que alguna vez nos sirvieron de abono a la imaginación, los prestamos a familiares y vecinos, no sin el recelo de la devolución, pero de buena fe como una especie de receta doméstica contra la desesperación y el aburrimiento. 

En fin, los representantes de la cultura dieron ejemplos de la determinación del pueblo cubano. Esta fue la batalla en la que tuvimos que participar y cada uno encontró su puesto.

Pero es necesario ir más allá. Si nuestros científicos e investigadores de las ciencias médicas, lograron con éxito proponer tratamientos y desarrollar candidatos vacunales contra la acción del nuevo coronavirus; si permanecieron en sus puestos de trabajo con toda la entereza posible; si estuvieron dispuestos a arriesgar su vida en otros confines; si una gran parte del pueblo colaboró disciplinada y conscientemente en esta batalla inesperada de la que vamos saliendo adelante, no fue obra de la casualidad. Fue posible, gracias a que portamos una cultura mambisa, libertaria, fruto de los rumbos que hemos decidido, como nación soberana, darle a nuestra historia.

Yusmel Pérez Figueredo
Graduado de Historia del arte por la Universidad de Oriente (2002). Profesor de Historia del arte y Arte cubano de la Universidad de Holguín. Especialista de la Dirección de Comunicación Institucional.

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