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La Embajada de Cuba en Estados Unidos en la era de Machado: Orestes Ferrara y las relaciones neocoloniales

Uno de los más impugnados y relegados personajes del engranaje republicano: Orestes Ferrara y Marino.
Uno de los más impugnados y relegados personajes del engranaje republicano: Orestes Ferrara y Marino.
Uno de los más impugnados y relegados personajes del engranaje republicano: Orestes Ferrara y Marino.

Cuando concurrimos a un original proceso de inicio de la normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba a partir de diciembre de 2014, debemos asistir a la historia; y es que efectivamente, la historia de las relaciones diplomáticas entre los dos países ha estado socavada por la ideología y la politización.

MSc. Paul Sarmiento Blanco

Departamento de Historia

En este contexto actual han salido a relucir, aspectos de nuestra pasada relación neocolonial con los Estados Unidos (1902-1958) que prescriben que a pesar de existir relaciones diplomáticas en la era republicana, las mismas no fueron normales, ni siquiera en una etapa trágica como la dictadura machadista. Con este enfoque, el propósito del presente artículo es dilucidar las perspectivas del pensamiento diplomático de uno de los más impugnados y relegados personajes del engranaje republicano: Orestes Ferrara y Marino.

En un cable fechado el 25 de diciembre de 1925, Gerardo Machado le informa a Ferrara la decisión de nombrarlo Embajador en los Estados Unidos: “(…) es mi deseo que bajo mi presidencia reciba usted amigo mío, todos los honores que puedo concederle. Acabo de nombrarlo Embajador en los Estados Unidos aun sin consultarlo puedo decirle que no me hará quedar mal. He enviado mi propuesta al general Enoch Crowder, Embajador de los Estados Unidos en Cuba…lo invito a salir a Washington lo más pronto posible”[1]

Ferrara según sus memorias consideró que no estaba en condiciones de asumir esa función porque en aquella etapa sus criterios no estaban en armonía con los americanos del norte.[2] Primero porque en ese contexto estando en Brasil había presentado un Memorándum a un político brasileño sobre la necesidad de derogar la Enmienda Platt de común acuerdo entre el gobierno cubano y el norteamericano.[3]

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Orestes Ferrara y Marino fue Embajador cubano en Washington en una de las etapas más complejas de la historia política de Cuba republicana.

Orestes Ferrara y Marino fue Embajador cubano en Washington en una de las etapas más complejas de la historia política de Cuba republicana (1926-1932), o sea durante gran parte de la era machadista en Cuba. Su función como representante de Machado en Washington estuvo matizada por diversas variables:

  • fue la voz de un gobernante que violó el orden constitucional cubano y eso se reflejó en la misión diplomática y dejó mal parado al italiano ante la sociedad cubana y los diversos sectores de la oposición.
  • Su mandato diplomático coincidió con la crisis económica de 1929 -1933 y además con la celebración de la VI Conferencia Panamericana en La Habana, donde se reflejó en su actuación la disyuntiva entre la injerencia y la soberanía.
  • Organizó la visita de Machado a Estados Unidos en 1926 y la de Calvin Cooligde a La Habana en 1928, por cierto, último presidente norteamericano en visitar la isla en funciones ejecutivas.
  • Privilegió en su mandato el asunto económico de las tarifas aduaneras del azúcar cubano.

Ferrara residió en el actual edificio de la Embajada cubana en la capital norteamericana, edificio mandado a construir en 1916 por Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, hijo del padre de la patria, quien fuera también Jefe de Misión entre 1913-1917. Para desarrollar su labor se rodeó de funcionarios de un alto nivel protocolar: José Barón, Primer Secretario y Consejero (cargo que mantenía desde la época en que Cosme de la Torriente fuera designado el Primer Embajador de Cuba en Washington, “(…) era un hombre perfecto de oficina, redactor claro y preciso, elegante y siempre atinado en los asuntos de estado”[4]; además José Sera, Secretario particular de Ferrara y Gonzalo Guell, segundo secretario. Este sería el último Secretario de Estado cubano al terminar la República Neocolonial en 1958. Al llegar a Washington, Ferrara consideró que era necesario para su función diplomática establecer pausas y repensar los asuntos a discutir entre los dos países.

“Comprendí pronto que era preciso ir despacio en los Estados Unidos como diplomático…era preciso ir despacio al pensar y al actuar. Y que si en Wall Street lo que había que hacer mañana era mejor hacerlo hoy, en Washington lo de hoy era preferible hacerlo mañana…”[5]

Entre las tareas asumidas por el Doctor Ferrara en los Estados Unidos estuvo su participación y debates en el Consejo Americano. Una de las polémicas debatidas entre 1926-1927 en el mismo fue la libertad, la democracia y las tiranías. Ferrara consideraba, aun cuando era representante de Machado que “la libertad no está solamente en los principios sino en el método de aplicarlos”[6]En los largos debates con otros representantes diplomáticos latinoamericanos al Consejo Panamericano se analizaban los limitados avances democráticos en la región latinoamericana: “Nuestros países aman el régimen libre, pero lo reclaman por conducto de un solo hombre cuando debía venir mediante un sistema de gobierno”[7]

La funcionabilidad del pensamiento diplomático de Ferrara en esta etapa estaba matizada por las características del contexto interno en los Estados Unidos y el tipo de mecanismos que se privilegiaban dentro del propio sistema político con respecto al funcionamiento de las embajadas extranjeras; la cubana no era una excepción. Ferrara consideraba en este asunto que en Washington siempre existía alguna deficiencia; la principal consistía en la imposibilidad de guardar un secreto.[8] Las predicas de wilsonianas de la Diplomacia abierta y pública que desde 1917 prevalecía en los Estados Unidos, mantuvieron siempre al funcionario en estado de reticencia. Además había que tener informado continuamente al Senado de los pasos de la Embajada, y los senadores resultaron ser los ciudadanos menos discretos que fue posible imaginar en esa coyuntura.

El 25 de diciembre de 1925, Gerardo Machado le informa a Ferrara la decisión de nombrarlo Embajador en los Estados Unidos
El 25 de diciembre de 1925, Gerardo Machado le informa a Ferrara la decisión de nombrarlo Embajador en los Estados Unidos.

Ferrara, que siempre vislumbró con cierta  cordialidad la intervención y que la patrocinó públicamente en la Sexta Conferencia Panamericana celebrada en La Habana en 1928, creía, sin embargo, que los cubanos hubieran podido arreglárselas mejor sin los norteamericanos y específicamente sin la Enmienda Platt, que si bien era una garantía que Estados Unidos se consideraba con derecho a tener ante el monto de las inversiones que ya había realizado en Cuba y que tenía la válida justificación de garantizar la funcionalidad del Estado frente a elementos que quisieran subvertirlo, no sólo constituyó, en lo moral, una humillación para la naciente soberanía cubana, sino un peligroso certificado de incapacidad cívica que sirvió para eternizar una cierta trivialidad política que permitiría que los gobiernos y las oposiciones se llevaran irresponsablemente, porque ahí estaría el poder norteamericano para lucrarse  de los frutos del fuego. Huelga decir que esta forma se adentró tan profundamente en la mentalidad política cubana cubana que subsiste hasta hoy, casi 80 años después de que la Enmienda Platt fuera abrogada.

El altruismo que impulsó a Ferrara a luchar por la independencia de Cuba y luego a contribuir a su formación como Estado, se sustentó de la ilusión de ver la formación de un gobierno moderno, que llegara a ser algo así como una pequeña Inglaterra. Continuará la próxima semana…

Orestes Ferrara, sin ser isleño, sino italiano, Nápoles 1876, sería probablemente el más grande intelectual cubano del siglo XX.


[1] Consejo de Secretarios. Actas del Consejo, diciembre de 1925. ANC, Fondo República.

[2] Orestes Ferrara: Memorias, pág. 288.

[3] Ob cit, pág. 289.

[4] Ob cit, pág. 292.

[5] Ibídem pág. 294.

[6] Ídem.

[7] Ídem.

[8] Ídem.

MSc. Yudith Rojas Tamayo
Lic. en Periodismo. Máster en Historia y Cultura en Cuba. Profesora e investigadora de la Universidad de Holguín y Periodista de la emisora Radio Angulo. Especialista de la Dirección de Comunicación Institucional.
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