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José Martí, escritor de los nuevos tiempos

Cuando nos introducimos en la obra literaria martiana: inquietante y sorprendente, descubrimos un escritor de talla singular; su obra es portadora de un espíritu generador de ideas sublimes y humanas. Martí avizoró los nuevos tiempos, en América Latina y en el mundo, desde su palabra y acción política; aunque casi no público libros es uno de los mayores escritores del continente. Fue el gran  pensador, también un revolucionario en las letras castellanas.

No se puede hablar de Martí escritor, de Martí patriota por separado; para él la vida es la patria, es su gran poesía y su acción es la narración del hombre que sabe amar sus ideales, no con ilusión platónica, sino con la fuerza de materializarlo desde su dominio de la naturaleza humana. Como admiradora del Martí completo, sin recurrir a idealizaciones; porque pienso que no sería justo cuando hablamos de un hombre que apartó la palabra hueca, intento referirme a su sorprendente obra literaria y prefiero llamarla creación universal.

La obra martiana no se puede separar de su acción política; su vida estuvo guiada por sus ideales independentistas, como expresé anteriormente. Esa fue su gran empresa  y su misión, la de artífice de la unidad revolucionaria de los cubanos.  Sus discursos políticos descubren al Martí estratega de la palabra viva, no vana. En su verbo vibra su autenticidad, capacidad creativa y es expresión de lo legítimo. Su mensaje se contextualiza en la realidad. Sus obras en prosa comprenden una novela,  discursos, ensayos, artículos.

La novela, Amistades Funestas o Lucía Jerez, que escribió en 1885 por encargo, fue su única novela. Aunque no fue su creación más trascendental,  las percepciones sicológicas que aparecen en esta obra  nos muestran el dominio que tenía Martí para comprender la existencia humana y sus conflictos.

Su poesía, al igual que toda su obra, es consecuencia ineludible de su pasión patriótica, de su impresionante personalidad y de los amores que, en sus días, lo impregnaron de sentir. Martí se volcó voluntariamente hacia una poesía coloquial, desnuda de ambigüedades.

El Apóstol escribió sus versos con profundo amor y la prisa de la vida, del poeta que piensa en el cielo y en una tierra más justa, por lo que muchas de sus obras, publicadas póstumamente, no fueron corregidas. Su vida dedicada a la patria le impidió, quizás, realizar un trabajo de edición en su obra, volver a los originales para pulirlos. Su sabiduría poética, es conocimiento que se confirma en toda su obra. Es indudable,  transmitía en su poesía todo su ser, sus amores y sus confesiones más íntimas.

José Martí sobre sus Versos libres expresa: Así como cada hombre trae su fisonomía, cada inspiración trae su lenguaje. Amo las sonoridades difíciles, el verso escultórico, vibrante como la porcelana, volador como un ave, ardiente y arrollador como una lengua de lava. El verso ha de ser como una espada reluciente, que deja a los espectadores la memoria de un guerrero que va camino al cielo, y al envainarla en el sol, se rompe en alas. Los Versos libres publicados póstumamente por Gonzalo Quesada poseen piezas antológicas llenas de vigor poético.

En Versos sencillos, publicados en 1891, rebosa de forma espontánea la voz popular y tradicional a su vez son nuevos y frescos; el ideal de fundar su patria vive siempre en voz lírica que se escribió al vuelo. En la dedicatoria expresa:…Se imprimen estos versos porque el afecto con que los acogieron, en una noche de poesía y amistad, algunas almas buenas, los ha hecho ya públicos. … y creo en la necesidad de poner el sentimiento en formas llanas y sinceras.

Cuando hablamos de la poseía de Martí no se puede dejar de mencionar su poemario Ismaelillo en 1882, dedicado a su hijo ausente. La poesía sana el dolor del alma y es el mejor regalo para alimentar la espiritualidad de un niño; así nació Ismaelillo, fruto del amor paternal y para señalar también nuevas orientaciones a la moderna poesía de América. En sus versos fluye una sensibilidad nueva y delicada desconocida en ese momento en la poesía castellana. La Edad de Oro lo consagra como escritor de literatura infantil una revista publicada en 1889 que solo tuvo cuatro números. Esta revista es la muestra del profundo amor y respeto que Martí sentía por los niños y de la forma educarlos con ternura y sabiduría.

Adentrarse en la creación literaria martiana supone búsqueda detallada, porque en su obra todo adquiere sentido y conduce hacia lo sublime y humano, a esa sensibilidad exquisita y auténtica que jamás roza el sentimentalismo, ni la idea imprecisa y vacía.

Si contextualizamos su obra en el panorama literario de Hispanoamérica su influencia permitió que germinara en tierra firme la revolución literaria llamada modernismo que floreció en América, en el siglo XIX y marca un cambio en la expresión literaria de la lengua española. Martí fue admirado por grandes como Rubén Darío quien lo llamó Maestro.  Su creación abrió el camino hacia la modernidad, no solo en el ámbito de la literatura, sino en la historia de la humanidad; Martí fue un forjador del mundo moderno.

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