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Fidel eterno, su ética para todos los tiempos

Fidel Castro Ruz

Por Dr. C. Amarilis Batista Rodríguez.

Fidel Castro representa el grado más elevado de desarrollo del pensamiento y acción práctica de nuestra historia. Su pensamiento es expresión de los ideales sociales más progresistas en la segunda mitad del siglo en el tercer mundo.

Reflexionando sobre los factores que influyeron en la formación de su personalidad, se reconoce el espíritu de rebeldía, el amor a la justicia.

“Si tú mezclas valores éticos, espíritu de rebeldía, rechazo a la injusticia, toda una serie de cosas que tú empiezas a apreciar y valorar altamente y que otra gente puede no valorar… Un sentido de la dignidad personal, del honor, del deber, todo eso, a mi juicio, es la base elemental que puede hacer que un hombre adquiera después una conciencia política. (1)

En su personalidad destacan cualidades dignas de continuar por los que decimos Yo soy Fidel:

  • La ejemplaridad. Para él el socialismo es la ciencia del ejemplo. En consecuencia, expresó: “El ejemplo es una forma de aplicar la teoría, el ejemplo es una forma de educar a las nuevas generaciones, tiene una importancia enorme… El ejemplo crea virtudes, crea espíritu (2). Cultivar las virtudes humanas no es un proceso espontáneo. Fidel personalmente encabeza la labor de educación, persuasión y de orientación de las metas e ideales de cada etapa concreta; precisa en la necesidad del ejemplo por parte de cuadros, educadores y padres.
  • Su vocación de educador social, expresado en el magisterio a través del cual ha formado convicciones y conductas en cuadros y pueblo general, el cual evolucionó de una admiración extraordinaria a una militancia y lealtad política. Antonio Núñez Jiménez sintetizó brillantemente esta cualidad: “Fidel es el maestro de un pueblo porque ha sabido ser al mismo tiempo su discípulo más extraordinario”
  • Su posición ética de no ofender ni humillar al adversario, de no expresarle obscenidades, sin mostrar odio o rencor hacia las personas, sino hacia los antivalores que exhiben como la injusticia, la exclusión, la explotación, el extermino de la especie humana.
  • La austeridad y sencillez, modestia, desinterés y altruismo, como cualidades que expresan la determinación de abandonarlo todo por la soberanía de su pueblo. Para él, como para Martí, toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.
  • Su lucha por la justicia para Cuba y para el mundo, al igual que su Maestro José Martí. Para él no puede haber educación, justicia social y socialismo sin Revolución.
  • Su aspiración a la perfección, en las grandes tareas y en las cosas cotidianas como expresión del deber revolucionario, a lo cual dedicó horas de trabajo y reflexiones.
  • La sensibilidad hacia los seres humanos y sus obras, cualidad que cimentó las políticas y la actuación de la revolución, el humanismo y la solidaridad que forjó en los revolucionarios a partir de su ejemplo y entrega personal. Fidel le otorgó un valor especial la dignidad. En carta a su hermana Lidia, desde la prisión le confiesa: “…Por lo demás, no pido ni pediré jamás amnistía. Tengo suficiente dignidad para pasarme aquí veinte años o morirme antes de rabia…” (3). Esta concepción se vincula con un profundo sentido del honor y del deber revolucionario.

Con su labor de educador social nos mostró que el camino de la liberación pasa por el respeto al otro y hacerse respetar como persona y como pueblo. Fidel hizo de Cuba un bastión de dignidad y educa a los dirigentes en la necesidad del honor y la honradez.

Valora altamente la posibilidad de que cada hombre sea considerado en su humanidad, reconoce y estimula a los que han cometido errores a incorporarse a las nuevas tareas, atrae a los que dudan para ponerse al servicio del deber patrio y reconoce la necesidad de educar, trabajar personalmente con todos los seres humanos porque, como Martí, consideraba que la maldad es un accidente.

Así expresó: La vergüenza es una de las semillas escondidas en los seres humanos, casi sin excepción. Hay que saber cultivar la vergüenza de los hombres, hay que saber cultivar el honor de los hombres, la dignidad de los hombres, los mejores atributos que tiene el hombre. Para mí es claro. (4).

Para salvar moralmente hay que educar, la educación es el único medio de hacer mejores a los hombres, de inclinarlos hacia el bien, decía a los maestros. Y en la asamblea nacional del Poder Popular en 1998, expresó que los tres factores básicos para preservar el socialismo y la nación cubana eran: las ideas, la cultura política; las instituciones, su desarrollo y fortalecimiento; y la ética de los cuadros.

En los mismos está presente la dignidad como respeto al ser humano, desde las instituciones y todo el andamiaje que las conforma, la conducta de los cuadros del estado como expresión de su asimilación de las obligaciones morales hacia la sociedad y la cultura de la población para defender sus puntos de vista.

Ese paradigma de la ética revolucionaria vive entre nosotros. A veces leo que algunas personas se quejan de que no esté. Creo que todos los revolucionarios si lo llevamos en el corazón y la acción, no debemos quejarnos de su ausencia, debemos actuar como él actuó, criticar y trabajar duro para hacer avanzar el socialismo, defender con pasión y argumentos nuestros principios y ayudar a los cuadros ejemplares en la conducción de los procesos.

Ser Fidel es estar todos los días como él y Martí con la estrella que ilumina y mata forjando el porvenir con amor.

Fidel está presente todos los días en los cubanos que, en la primera fila de cualquier tarea, se esfuerzan por fundar una nación socialista que sea el modelo de dignidad y humanismo que nos dejó con su lucha y su pensamiento creador.

1. Betto, Frei: Fidel y la Religión, Oficina de publicaciones del Consejo de Estado. La Habana, 1985 p.156

2. Castro Ruz, Fidel: Clausura del V Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas el 5 de abril de 1987 en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos).

3. (Mencía, 1980: 213)..

4. Castro, Fidel: Discurso en la clausura de la sesión diferida del III Congreso del partido Comunista de Cuba, en el teatro Karl Marx, 2 de diciembre de 1986, Versiones Taquigráficas, Consejo de Estado, en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos

Epg. Luis Ernesto Ruiz Martínez
Lic. en Educación, especialidad Matemática-Computación. Especialista en Docencia en Psicopedagogía. Metodólogo de la Dirección de Comunicación Institucional.

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