El silencio que ocupó espacios en las 4 sedes de la Universidad de Holguín es cosa del pasado. Algo muy similar pasará con los Centros y Filiales Municipales cuando los estudiantes regresan a ser protagonistas en una institución que inicia un nuevo curso escolar lleno de retos. La vida universitaria es imposible sin sus alumnos.

Pasillos, aulas y plazas de toda la Universidad recibieron a sus muchachos y muchachas, esos mismos que hace apenas dos meses terminaron su curso y a los nuevos que llegan para comenzar a escribir su historia bajo el manto del Alma Mater.

Sus profesores tienen listas las lecciones, las que se imparten en el aula y las que se transmiten con el ejemplo diario, los trabajadores de apoyo a la docencia harán también lo suyo en los próximos meses. Todos tienen una meta que cumplir: educar, más que instruir.

Se acabaron los viajes a la playa, las salidas nocturnas, los paseos por aquí y por allá. Ahora el estudio pasa a un primer plano, sin dejar de ser jóvenes que necesitan de distracción. Para muchos la casa queda atrás, aunque pensándolo bien, apenas están regresando a la otra casa.