Pactamos la cita a las 9:00 a.m. Allí me esperaba junto a su padre, con la inquietud que genera saberse protagonista de un encuentro, no mediado por acertijos matemáticos, sino por las palabras mismas. Tímido, un poco sonriente, quizás hasta efusivo en instantes, se mostró este joven, para quien los retos no son lo suficientemente complejos.

A sus 18 años confiesa sentirse más seguro de cumplir sus sueños, esos que ha ido alimentando desde pequeño, mientras en casa era alentado a hacerse un estratega de los números. Tal vez, la profesión de su papá contribuyera a desarrollar sus habilidades, pues su graduación como Ingeniero Geólogo Hidráulico y la especialidad en Moderación Matemática, despiertan el interés por estos mundos, hasta en los que sentimos terror por esta ciencia.

Así inició mi intercambio con Carlos Alejandro Batista Zaldívar, recién egresado de la escuela vocacional José Martí Pérez de la provincia, tres veces ganador de oro de la Olimpiada de Matemática “Número Π” y que dentro de poco formará parte del primer año de la Licenciatura de Matemática en la Universidad de Holguín.

Ante mi primera pregunta: ¿Qué te atrae de las Matemáticas?, recibí un suspiro por respuesta; reacción que incluso logró sorprenderme, pues este joven ha dedicado tanto tiempo de su vida a resolver problemas, que dudo alguien lo haya convidado, anteriormente, a pensar en el lado simbólico o afectivo de su talento. Luego de unos segundos, afirmó con certeza: Siempre me gustó, no sabría decirte por qué (Risas). ¿Por qué a una persona le gusta la música? No sé, pero disfruto hacer un ejercicio. Me siento muy bien cuando llego a la solución correcta.

Resulta interesante conocer estudiantes que no le teman a concentrar sus intereses en adentrarse en universos epistemológicos, especialmente, en una etapa, donde los dispositivos móviles y la industria cultural que en ellos se exporta, guíen decisiones y conductas, al evitar lo difícil y abrir su contraseña personal a lo fácil. ¿Qué piensas de esto?

Lo fácil nunca me ha llamado la atención. Lo divertido es encontrarse retos y vencerlos. Lo difícil significa tener que pensar y eso tiene mucho sentido para mí. En mi aula siempre me mantuve ejercitándome, con la ayuda de un profesor que se convirtió en mi entrenador, aunque eso fuera solo en el aula, pues fuera del horario, no tenía la oportunidad.

Hace algunos años, cuando cursé estudios preuniversitarios en el IPVCE José Martí existían grupos que llamábamos de “élite”, por su función de canteras de jóvenes muy prometedores en asignaturas como Español, Química, Biología, Historia… En tu caso, ¿perteneciste a uno de estos?

No tuve esa suerte. Pues el propio año que entré a la escuela se disolvieron esos grupos. Así que hubo participación en eventos y concursos, tan importantes para nosotros, para estimularnos y crecer en conocimientos, pero mi único entrenamiento fue personal, pues al profesor que me impartía la asignatura no lo liberaron para estas tareas.

 Quiere decir que eres una especie de autodidacta, te preparas tú solo y seguro con ayuda de tu papá.

Bueno, en parte mi papá sí…

Mientras Carlos titubeaba, al parecer para no lastimar a su padre, este último aprovechó el margen de tiempo para asegurar que: Qué va, la verdad es que ya él me sobrepasó.

El cariño y admiración que solemos profesar por nuestros padres, un buen día puede fructificar y ser percibido con mayor intensidad desde ellos hacia nosotros, gracias a nuestros resultados, como pude constatar con Carlos y su progenitor, Juan Carlos Batista Collazo. Y, ¿qué tipo de Matemática prefieres?

Me gusta mucho la discreta y el álgebra porque, por ejemplo, la primera va más a la lógica y vienen siendo problemas de conteo, las variaciones, los valores de verdad, el tema de los grafos, que es un área bastante nueva en las Matemáticas.

¿Cómo llegaste a la Olimpiada de Matemática?

Por una estudiante que era compañera mía en el IPVCE. Ella me habló de la competición, no solo a mí, sino a otros que estaban interesados. Supimos que estaba organizada desde la Universidad de Holguín y que sí ganábamos estando en onceno grado, podríamos hacer el 12 en la institución y más adelante, estudiar la carrera. Me decidí y participé. Me pareció muy buena, con un nivel asequible, ni muy difícil para que todos pudieran responderla, ni muy fácil para ponernos a pensar y que fuera un reto.

¿Qué sientes al haber sido ganador en tres ediciones?

Se sintió bien haber llegado a esa cima. (Risas)

¿Por qué recomendarías a los estudiantes que se presenten a la Olimpiada?

Hace mucha falta que los estudiantes se den cuenta que la Matemática no es un monstruo. No es algo que te va a complicar la vida, sino que te va a ayudar a desarrollar el talento mientras buscas soluciones a un problema por diferentes vías.

¿Qué expectativas tienes ahora con esta nueva etapa como universitario en la carrera de Matemática?

Ser el número uno. (Risas) Ah y superarme, porque quiero quedarme como profesor una vez que termine y defender como Doctor en Ciencias Matemáticas en segundo grado.