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La historia de un “obrero de las matemáticas”

ricardo-abreu-muestraEl único Doctor en Ciencias (Dr. Cs.) del país, en la especialidad de Matemáticas, acaba de merecer por sexta vez el premio de la Academia de Ciencias. Su nombre es Ricardo Abreu Blaya, y abrió las puertas de su casa para que entráramos a su vida.

Es capaz de explicar, en español e inglés, problemas matemáticos casi imposibles de comprender para los “simples mortales” ante un tribunal compuesto por Doctores en Ciencias belgas, brasileños y cubanos.

Sin embargo, la voz le tiembla cuando responde a la prensa y le aterrorizan las cámaras, aunque una vez iniciada la conversación demuestra una locuacidad que muchos envidiaríamos.

Cualquiera que no conozca bien a Ricardo Abreu Blaya, profesor de la Universidad de Holguín, creería que quien ha obtenido seis premios de la Academia de Ciencias y el de la Academia del Tercer Mundo, entre otros muchísimos reconocimientos, es un hombre ensimismado, parecido a los científicos locos de cabellos desordenados que caricaturiza la televisión. Pero mi entrevistado es un padre entusiasta cuando habla de sus hijos; ama los sombreros y hasta parece que los colecciona; adora la lectura, las canciones de Sabina y las reuniones familiares.

¿Cómo fue que aquel muchacho que suspendió Matemáticas en la vocacional llegó a ser el científico que es hoy?

Mi papá siempre me inculcó ese amor por las Matemáticas y de alguna manera yo me sentía en deuda porque esa asignatura era para él lo más importante…

¿Porque él era muy bueno en Matemática?

No era matemático, sino una persona con una inclinación por el pensamiento. Era conocido como el mejor jugador de damas en Cacocum. No sé de dónde le nació esa inclinación, pero me hacía acertijos matemáticos. Luego me fui a estudiar a Checoslovaquia, donde me enfrenté a una carrera más fuerte que aquí en Cuba. El profesor llegaba y escribía teoremas y demostraciones, teoremas y demostraciones… En todo momento había que decidirse: o escribías o tratabas de entender. Por lo general, trataba de entender, porque por mucho que escribas, si no entiendes lo que está escrito, no resulta.

A los tres años regresé para graduarme en Santiago, donde el claustro de profesores era excelente. Allí mismo comencé enseguida el doctorado, mientras trabajaba en la secundaria de mi pueblo, en Cacocum. Me iba en el tren que pasaba por Quintero y me tiraba de él como si nada. Iba, hablaba con el profesor y por la noche echaba para atrás, porque no tenía beca. Si me hubiera escapado de eso, entonces hubiese sido muy infeliz.

¿Cuánto coeficiente intelectual se necesita para ser un matemático?

Decía Tomás Alba Edison que el genio es un uno por ciento de inspiración y un 99 por ciento de transpiración. Se necesita gran esfuerzo y motivación. Cuando uno está enamorado de lo que hace, no importa que no sea tan inteligente. Detrás de las matemáticas hay personas, como Bernhard Riemann y David Hilbert, que son de “otra galaxia”, pero hay otros muy buenos que logran hacer cosas. Yo me considero más un obrero de las matemáticas.

¿Cuáles son esos problemas que ahora te ocupan?

Trabajo en problemas de compacidad de operadores. Estos son como matrices infinitas. Una matriz tiene filas y columnas, así que un operador es una matriz con filas y columnas infinitas. Es algo más complicado, que por lo general actúa en un espacio de dimensión infinita. Entonces, demostrar compacidad de operadores siempre trae cosas buenas para la teoría.

¿Ya no te quitan el sueño la hipótesis de Bernhard Riemann y la de Clifford?

En el análisis de Clifford he aportado algunos granitos de arena, y manejo la hipótesis de Riemann como aficionado. No dejo de pensar en eso, pero no me atrevería a decir que pienso con muchas esperanzas. No alcanzaría una vida para llegar a eso. Está ahí desde 1854 y es un problema que todo matemático quisiera resolver. Le llaman el santo grial de las Matemáticas.

¿Y en qué consiste la hipótesis de Bernhard Riemann?

Es sobre el comportamiento de los números primos, que no tienen divisores, forman al resto y son infinitos. En palabras sencillas: cada número se puede descomponer en factores primos. El ocho es dos por dos por dos, y el diez es dos por cinco. Pero cada número puede tener una cantidad par o impar de divisores primos. Por ejemplo, el cuatro es dos por dos (dos divisores primos); el 30, dos por cinco por tres (tres divisores). Riemann dice que si coges un número al azar, la probabilidad de que tenga una cantidad de primos impar es igual a la probabilidad de que tenga una cantidad de números primos par. Toda la seguridad del mundo está respaldada en los números primos, y son ellos la esencia de la criptografía.

¿Cuál es el aporte fundamental de la investigación que ganó el premio de la Academia de Ciencias?

Se han investigado las ecuaciones de Maxwell por primera vez, sobre todo en lo asociado a las fronteras. Concretamente, se estudian problemas de fronteras para el campo electromagnético cuando las superficies que se consideran son fractales. Esto nunca se había hecho en el mundo.

ricardo-abreu-entrevistaY una frontera fractal es…

Las ecuaciones de Maxwell que estudiamos están en el espacio, y las fronteras son como superficies. Si nos limitamos al plano, una curva fractal está en un pedacito pequeño de este, pero su longitud es infinita. Por lo que no se pueden describir como la geometría plana. En siglos pasados a estas curvas las llamaban “monstruos de la geometría”. Imagínate una curva que en cualquier punto que la toques, tenga una punta, y entre punta y punta, también haya puntas. Esos son los fractales. Aparecen en todo momento y están en cualquier parte de la naturaleza.

¿Qué tienen en común la matemática y la psiquiatría, que hicieron que tu esposa y tú estén así de unidos?

De no haberme enamorado de las Matemáticas, hubiera sido psiquiatra. Me gusta saber que gran parte del pensamiento está en un pedacito de cerebro. Tal vez por ahí anda la cosa: a los dos nos interesa el pensar. A mí la vida me llevó por la investigación, y ella es una excelente psiquiatra, eso todo el mundo lo dice.

¿Cómo eres tú más allá de las matemáticas?

Soy un soñador, pero que no arrastra consigo a la gente. Me paso el tiempo haciendo cosas, desde desyerbar un jardín, pintar, hasta tocar guitarra. Me gusta la humildad, la sinceridad, la amistad, pero siempre desde el desinterés. Y trato de imprimirme a mí mismo y a los demás el olvidar las tristezas y pensar positivamente.

Me dijo tu hijo Ricardito que a él no le gustan mucho las matemáticas, ¿eso no te preocupa?

No son tiempos de matemáticas. No hay Nobel y no son atractivas. Es muy difícil inculcarles a los muchachos algo que no les atrae. Sí quisiera que el niño estudiara Matemática. A veces bromeo con que él va a ser quien demostrará la hipótesis de Riemann. Pero es hasta conveniente que empiece con cierta ingenuidad, con una frescura propia. No quiero enseñarle Matemática para que llegue con lo que yo le pueda decir. Si se decide, que lo sea por él mismo. Para mí sería muy bonito.

(Por Liudmila Peña Herrera/Tomado de Cubadebate)

Epg. Luis Ernesto Ruiz Martínez
Lic. en Educación, especialidad Matemática-Computación. Especialista en Docencia en Psicopedagogía. Metodólogo de la Dirección de Comunicación Institucional.
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