Adentrarse en la creación literaria martiana supone una búsqueda detallada, porque en su obra todo adquiere sentido y conduce hacia lo sublime y humano, a esa sensibilidad exquisita y auténtica que jamás roza el sentimentalismo, ni la idea imprecisa y vacía. Si contextualizamos su obra en el panorama literario de Hispanoamérica, su influencia permitió que germinara en tierra firme la revolución literaria llamada modernismo que floreció en América, en el siglo XIX, y marca un cambio en la expresión literaria de la lengua española. Martí fue admirado por grandes como Rubén Darío, quien lo llamó Maestro. Su creación abrió el camino hacia la modernidad, no solo en el ámbito de la literatura, sino en la historia de la humanidad.
Por Sandra Fagales
Departamento de Comunicación Institucional
Adentrarse en la creación literaria martiana supone una búsqueda detallada, porque en su obra todo adquiere sentido y conduce hacia lo sublime y humano, a esa sensibilidad exquisita y auténtica que jamás roza el sentimentalismo, ni la idea imprecisa y vacía. Si contextualizamos su obra en el panorama literario de Hispanoamérica, su influencia permitió que germinara en tierra firme la revolución literaria llamada modernismo que floreció en América, en el siglo XIX, y marca un cambio en la expresión literaria de la lengua española. Martí fue admirado por grandes como Rubén Darío, quien lo llamó Maestro. Su creación abrió el camino hacia la modernidad, no solo en el ámbito de la literatura, sino en la historia de la humanidad.
No se puede hablar de Martí escritor y de Martí patriota por separado; para él la vida es la patria, es su gran poesía y su acción es la narración del hombre que sabe amar sus ideales, no con ilusión platónica, sino con la fuerza de materializarlo desde su dominio de la naturaleza humana. Como admiradora del Martí completo, sin recurrir a idealizaciones, porque pienso que no sería justo cuando hablamos de un hombre que se apartó de la palabra hueca, cuando intento referirme a su sorprendente obra literaria, prefiero llamarla creación universal.
La obra martiana no se puede separar de su acción política; su vida estuvo guiada por sus ideales independentistas, como expresé anteriormente. Esa fue su gran empresa y su misión, la de artífice de la unidad revolucionaria de los cubanos. Sus discursos políticos descubren al Martí estratega de la palabra viva, no vana. En su verbo vibra su autenticidad, capacidad creativa y es expresión de lo legítimo. Su mensaje se contextualiza en la realidad. Sus obras en prosa comprenden una novela, discursos, ensayos, artículos.
El Apóstol escribió sus versos con profundo amor y la prisa de la vida, del poeta que piensa en el cielo y en una tierra más justa, por lo que muchas de sus obras, publicadas póstumamente, no fueron corregidas. Su vida dedicada a la patria le impidió, quizás, realizar un trabajo de edición en su obra, volver a los originales para pulirlos. Su sabiduría poética, es conocimiento que se confirma en toda su obra. Es indudable, transmitía en su poesía todo su ser, sus amores y sus confesiones más íntimas.
Martí avizoró los nuevos tiempos, en América Latina y entre su sabia palabra y sueños de amor se convirtió en un transformador de las letras castellanas.